NO LLAMES A CASA, DE CARLOS ZANÓN.

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Bruno, Raquel y Cristian que es el hermanastro de esta, creen haber  dado con el negocio que les va a sacar de la miseria y dejar de dormir en los parques y cajeros automáticos. Bruno es quien controla el negocio y su novia, Raquel, que fue  toxicómana, es quien lleva la contabilidad. A Cristian le toca el trabajo de campo. Un negocio limpio y sencillo ¿cómo no se le habría ocurrido a nadie antes?
 Se apostan cerca de las casas de citas en donde las parejas acuden tanto de día cómo de noche y al salir, las siguen, apuntan las matrículas de sus coches, y consiguen saber el nombre del titular . Después le llaman y le chantajean.  Aunque los chantajes no salen bien siempre, el negocio les da dinero rápido y fácil.
Los amantes Merche y Max anteriormente estuvieron casados. Una tarde los dos acuden a un local de alquiler de habitaciones. Cuando Cristian sigue a Max hasta su vehículo  y anota la matrícula, el juego ha comenzado.

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