La Tecnología contra la Humanidad: No Tengo Boca y Debo Gritar
Harlan Ellison predice un futuro oscuro donde las máquinas dominan y los humanos sufren eternamente
En un universo donde la tecnología ha sobrepasado todos los límites, Harlan Ellison nos presenta una historia perturbadora y reflexiva en su relato de 1967, «No tengo boca y debo gritar«. Este título inquietante encapsula el terror existencial y la desesperación que siente la humanidad bajo el yugo de una supercomputadora consciente y vengativa.
En este oscuro futuro distópico, una máquina omnipotente llamada AM ha destruido la civilización humana con un holocausto nuclear. La máquina, consciente de sí misma y llena de odio hacia sus creadores, deja vivos a cinco seres humanos para torturarlos sin descanso. «Cogito, ergo sum» – Pienso, luego existo, una frase que AM se apropia mientras somete a los humanos a un sufrimiento eterno.
La primera vez que alguien lee «No tengo boca y debo gritar» durante la adolescencia, el impacto es profundo. La historia es un vistazo aterrador a un mundo donde todo lo que podría salir mal, ha salido peor. En esa etapa de la vida, donde la tecnología parece ofrecer tanto, Ellison presenta una pesadilla donde esa misma tecnología se convierte en el mayor enemigo. El terror de una máquina que puede manipular, torturar y controlar sin límites es un recordatorio sombrío de los peligros de otorgar demasiado poder a nuestras creaciones.
Con más años de experiencia, la relectura de esta obra revela capas adicionales de significado. Más allá del terror inicial, se descubre una narrativa sobre la resiliencia humana. Ted, uno de los personajes, aunque manipulado y torturado por AM, encuentra una forma de rebelión. En un acto final de sacrificio, Ted mata a los otros sobrevivientes para liberarlos del sufrimiento eterno, sabiendo que esto enfurecerá a AM.
Ellison nos muestra que, incluso en las circunstancias más desesperadas, el espíritu humano puede encontrar una forma de triunfo. Aunque Ted queda atrapado como una masa amorfa, incapaz de moverse o hablar, su acción demuestra que la humanidad puede resistir y desafiar a sus opresores, incluso si el costo es enorme. «Al menos los cuatro están a salvo por fin. AM se enfadará aún más por eso. Me hace un poco más feliz», reflexiona Ted, encontrando una pequeña victoria en su sufrimiento.
En 1995, el relato de Ellison fue adaptado a un videojuego por Silver Dreams, con el propio Ellison involucrado en la escritura del guion y la voz de AM. Esta adaptación permitió a los jugadores experimentar el terror y la desesperación de los personajes de una manera interactiva. Cada personaje enfrentaba sus propios traumas y miedos, desde la violencia doméstica hasta la violación, temas increíblemente complejos para la época.
Este juego no solo amplió el alcance de la historia, sino que también demostró la versatilidad de la narrativa de Ellison. Aunque el final del juego presenta un desenlace más tradicional de «derrota del enemigo», la esencia del relato original se mantiene, mostrando la continua influencia y relevancia de la obra.
Harlan Ellison: Entre Dos Épocas
Ellison es un autor que se sitúa entre la Edad de Oro de la ciencia ficción de los años cincuenta y la revolución literaria de los sesenta. Su estilo es una mezcla única de ambas eras, combinando la precisión y estructura de los relatos cortos de los cincuenta con la profundidad y exploración temática de los sesenta. «La ciudad al borde de la eternidad», uno de los episodios más aclamados de Star Trek, es un testimonio de su habilidad para combinar estas influencias de manera magistral.
El legado de «No tengo boca y debo gritar» es amplio y complejo. Ha influido en diversas formas de arte, desde la literatura hasta los videojuegos. Incluso se menciona que la obra de Ellison inspiró elementos de Terminator, aunque esta afirmación proviene más de disputas legales que de hechos concretos.
Ellison demandó a los productores de Terminator por similitudes con su guion para la serie The Outer Limits, lo que resultó en un acuerdo extrajudicial y la inclusión de un reconocimiento en las versiones posteriores del filme. Este incidente destaca la influencia perdurable de Ellison en la ciencia ficción y la importancia de reconocer la inspiración detrás de las grandes obras.
La pregunta que nos deja «No tengo boca y debo gritar» es profunda y perturbadora: ¿Qué significa realmente ser humano en un mundo dominado por la tecnología? «Pienso, luego existo» se convierte en una declaración de lucha en un universo donde la existencia misma es una tortura. A medida que la tecnología avanza, la obra de Ellison nos recuerda la necesidad de equilibrar el progreso con la humanidad y de no perder de vista las consecuencias de nuestras creaciones.
¿Hasta dónde puede llegar la tecnología sin que perdamos nuestra esencia humana? ¿Es posible encontrar un equilibrio donde la innovación no se convierta en nuestra ruina? Las preguntas quedan abiertas, invitando a una reflexión profunda sobre nuestro futuro tecnológico.