China Miéville y sus últimos días de Nueva París

Hay ideas poderosas. Hay ideas que procuran verdaderamente su sitio sin importar un mínimo el coste que deben abonar para cumplir con su cometido. Si algo nos ha enseñado el arte es a reconfigurar nuestra idea del planeta. Expandirlo y rehabilitarlo a fin de que una nueva conciencia tenga cabida. El arte es la revolución a marchas forzadas cuando la evolución ha detenido su curso. Y justo en estos términos es como el arte se rebela en la novela de Miéville.

Rompe allá donde el humano ya no puede avanzar y le da otra ocasión, una ruta absolutamente nueva que nadie podría haberse imaginado. Este libro es una genuina clase de historia. Claro que no en el sentido en el que te esperas. Los hechos históricos no son acertados, mas la red establecida para hacer frente al oponente no puede ser más genuina.

China habla de una revolución cultural, una batalla del pensamiento allá donde las balas son deficientes, donde los partisanos carecen de energía para contraatacar. Y es que el arte de la guerra jamás se había vuelto tan explícito como en este libro. El enfrentamiento contra el opresor jamás había dejado una mácula tan indeleble en nosotros, mácula que bien podría protagonizar un cuadro o bien otro género de arte que nos invite a defendernos.

+ en: Los últimos días de Nueva París, de China Miéville

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