Salvar el Fuego, una historia que explora los límites de la locura, el deseo y la venganza.

Saving the Fire o Salvar el Fuego es una historia que explora la capacidad de los seres humanos para cruzar los límites de la locura, el deseo y la venganza. Marina es coreógrafa, casada, con tres hijos y una vida convencional. José Cuauhtémoc proviene de los extremos de la sociedad.

Es un asesino condenado a cincuenta años de prisión, un león tras un cristal, siempre amenazante y listo para atacar.

Cuenta con intensidad y dinamismo una historia de violencia en el México contemporáneo donde el amor y la redención aún son posibles. El autor utiliza tanto una fuerza visual extraordinaria como la recreación y reinvención del lenguaje coloquial para lograr una obra de inquietante verosimilitud.

En la cárcel, un bato se encuentra con otro bato, los liberan, van a trabajar a un pequeño pueblo, uno es narcotraficante, el otro no. Lo agarran, va a la cárcel, lo que no le molesta porque es el simple bergha.

Por otro, una morra en sus cuarenta, más sabrosa que una empresaria en sus veinte, claramente millonaria, autodidacta, perra, bastarda, potra, fuerte y vendedora de mejor software platino aburrida de tener más dinero del que un hermano pequeño podría gastar en Fortnite.

Tener hijos, que son los únicos en el planeta y que no son un dolor en el trasero, un esposo que aparentemente lo único aburrido que tiene es ser perfecto y su trabajo increíblemente agotador de ‘tener su propia academia de baile, donde todo requiere poner las cosas en orden.

Así que decide ir a ver qué lío tiene la prisión, porque ahí es donde todo el mundo va cuando quiere darle chispa a la vida.

De eso se trata el libro, más historias, menos historias, pero…

Tienen un lío porque él está en la cárcel y ella está casada, pero el perro está bailando con dinero y ya está, no gana un episodio en La Rosa de Guadalupe.

El libro es una crítica constante de la clase social “aburguesada” contada por alguien totalmente aburguesado. Suele pasar… Se jacta de ser de barrio y transcribe expresiones de la vida cotidiana que datan de los años 80 y denota que no conoce la calle actual dado que se publicó en 2020.

Escribe expresiones tan tontas como fokin o guat pero salta mientras expresa algo tan simple como pesado, está lleno de clichés y sus personajes parecen tan improbables que no es posible conectar con ellos, y no, no los del “güero autóctono”.

Asombroso porque no les da sustancia, no se sumerge en la historia, cuenta chismes en el medio o ya plano, parece un morrillo armando al superhéroe de sus sueños, dándole superpoderes puros y ninguna debilidad y tanta pereza.

Si no sentimos compasión por las personas que, debido a las circunstancias de su nacimiento, están involucradas en un crimen, ¿por qué deberíamos sentir compasión por una mujer atractiva / millonaria / decidida que restringe su privilegio al poder elegir quién quiere ser? ?

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