Impresionante la primera novela de Ada Palmer. Sí, Canner se dirige al lector a lo largo del libro como el personaje principal y narrador. Esta forma de narrar tan curiosa no es sino una de las muchas cosas desafiantes en esta novela. Densa y compleja.
Too Like the Lightning, de Ada Palmer
Es la Tierra en el año 2424 y es un lugar radicalmente diferente, con una sociedad reordenada de arriba a abajo. Aparentemente, una utopía, un nuevo orden mundial que no es totalmente nuevo; un modelo que se extrae de las filosofías de los pensadores de la Ilustración como Voltaire y Diderot.
La visión utópica de Palmer, de la Tierra, no es exactamente la del mejor de los mundos posibles. En lugar de las naciones como los conocemos, la humanidad se ha dividido en Urticaria: albañiles, primos, humanistas, y la lista continúa. (Hay una guía práctica, incluyendo un análisis estadístico detallado). Transporte avanzado permite a la gente cruzar el Atlántico en una hora.
Hay una paz precaria, y un documento recientemente robado no ayuda. Tampoco Canner, un criminal condenado a ser un proveedor de servicio – una persona cuyo castigo es ayudar a los demás – o Carlyle Foster, un hombre santo en un mundo donde la religión debe ser practicada de forma privada. Y un niño llamado Bridger, que tiene la capacidad de traer objetos inanimados a la vida.
Palmer, es profesora de la Universidad de Chicago con un doctorado de la Universidad de Harvard. Por eso quizás sea que las referencias históricas abundan, así como los fragmentos de la economía, la genética y la sociología. La política, sin embargo, se encuentra en el corazón del libro. El mundo que crea Palmer es extraordinariamente complejo, con las fuerzas y organizaciones que forman una delicada red de coexistencia
Al igual que la Ilustración de la que se inspira a novela es en el temor de las cuestiones fundamentales de la civilización humana, el principal de ellos: ¿se puede diseñar la sociedad? Y si se puede, ¿se debe?
La primera mitad del libro se empantana demasiado, y demasiado rápido. Se necesita algo de trabajo para acostumbrarse, pero vale la pena. Como Mycroft advierte al lector al comienzo del libro, su narrativa está escrita «en el lenguaje de la Ilustración, rica en opinión y sentimiento» – pero todas esas reflexiones filosóficas tienen un propósito sutil, sobre todo cuando Palmer comienza a lanzar bombas sobre los personajes. El ritmo se acelera considerablemente a finales de libro, y se pone de manifiesto lo divertido de Palmer con su ataque orquestado de conceptos, personajes, lenguaje, y trama. Es una especie de genio de la energía, y es contagiosa.
El mayor inconveniente es el final pues esta novela es la primera de una serie, y termina abruptamente. El siguiente libro, en diciembre. Eso puede ser justo lo suficiente para saborear plenamente y digerir esta primera entrega, una novela que es una de las más ambiciosas y enloquecedoras que he leído. En cualquier género – y en los últimos años.
Al igual que la Ilustración de la que se inspira, es el temor de las cuestiones fundamentales de la civilización humana, el principal de ellos.