JOHNNY ZURI

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La corrupción de Pedro Sánchez se ha convertido en superventas

¿Está el libro “El Número 1” desnudando al poder socialista?

La corrupción de Pedro Sánchez se ha convertido en superventas

Los libros sobre la supuesta corrupción del gobierno de Pedro Sánchez están arrasando en las librerías 📚.
Puede sonar como una ironía que, en plena era del desprestigio político, sean precisamente los relatos más críticos con el poder los que encabecen las listas de ventas. Pero así es. El fenómeno es real, palpable, incómodo. La palabra clave aquí es “corrupción”. Y sí, “corrupción” y “Pedro Sánchez” forman un binomio que ya no se reduce a un titular sensacionalista. Ahora ocupa estantes, charlas de sobremesa y páginas enteras de análisis en algunos de los libros más virales del presente.

«La historia la escriben los que ganan, pero la verdad la cuentan los que no se callan.«

No es casual que autores como Carlos Cuesta, Juan Luis Cebrián o Joaquín Leguina hayan decidido empuñar la pluma como si fuera una bayoneta. Lo que comenzó como una ola editorial tímida se ha convertido en un auténtico alud de tinta crítica contra el llamado sanchismo, ese término elástico que ya no solo alude a una figura política, sino a una forma de ejercer el poder. Y de rodearse. Y de blindarse. Y, según algunos, de enriquecerse.

image 2 Origen: El día que PEDRO SÁNCHEZ fue convertido en Don Teflón por The Times – NFW NEWS BY JOHNNYZURI

Libros que se convierten en expedientes

Carlos Cuesta, con su más reciente libro, “El Número 1”, no se anda con rodeos. Desde la portada —seca, frontal, provocadora— se lanza directamente contra Pedro Sánchez, apelando a un alias que, según la UCO, le daba el comisionista Víctor de Aldama. A lo largo del libro, desentraña con precisión quirúrgica una madeja de tramas políticas, favores cruzados, contratos sospechosos y amiguismos perfectamente hilvanados. Y lo hace con una retórica que mezcla periodismo de investigación con acusación literaria.

Lo interesante no es solo el contenido —que ya es bastante explosivo—, sino el momento. Porque este libro sale cuando el caso Koldo quema, cuando Cerdán dimite y cuando la Fiscalía sigue husmeando alrededor de Begoña Gómez. “El Número 1” no es solo un texto, es un espejo incómodo. Y eso se nota en las colas de firmas, en los debates televisivos, en los editoriales rabiosos y en la creciente sensación de que el escándalo no es solo mediático, sino estructural.

Pero Cuesta no empezó aquí. Su anterior trabajo, “El Gran Impostor”, ya dejaba claro que para él el socialismo moderno es “una demolición controlada” del sistema democrático español. Lo que parecía una hipérbole hace unos años, hoy muchos lo leen con otros ojos. Porque cuando la realidad empieza a parecerse a la ficción —o al menos al ensayo más cáustico—, uno ya no sabe si está leyendo un libro de historia o el sumario de un juzgado.

«El verdadero poder no se hereda ni se conquista, se camufla

Cuando las críticas vienen de dentro

A veces el golpe más certero no viene del adversario, sino del propio bando. Así ocurre con el libro “Pedro Sánchez. Historia de una ambición”, firmado por Joaquín Leguina, expresidente socialista de la Comunidad de Madrid. Leguina no necesita disfrazarse de opositor. Habla como quien ha estado dentro, ha escuchado, ha tragado y ha decidido que ya no podía callar más.

Lo llamativo es que este libro anticipa con sospechosa precisión algunos elementos del escándalo que hoy rodea a Begoña Gómez, la esposa del presidente. ¿Casualidad? ¿Premonición? ¿Información privilegiada? Quizás una mezcla de todo. Pero ahí está el texto, recuperado por medios y analistas como si fuera una pieza de orfebrería judicial.

Ética, posverdad y poder

En el rincón más elegante de esta tormenta de tinta se encuentra Juan Luis Cebrián, exdirector de El País, que con su libro “El Efecto Sánchez” ha dejado helados a muchos de sus antiguos compañeros ideológicos. Lejos del estruendo de Cuesta, Cebrián opta por una prosa reflexiva y dardera, afilada como una estilete antiguo. Su tesis es sencilla: Pedro Sánchez ha dilapidado los valores del socialismo tradicional para convertirse en un estratega de sí mismo.

Durante la presentación del libro, soltó una frase que todavía resuena: “El PSOE ya no es un partido, es una secta. Y amenaza con ser una mafia.” Ahí es nada. Que lo diga un periodista de la vieja escuela, un hombre que estuvo cerca del poder cuando el poder aún olía a puro y moqueta, da que pensar. Mucho.

“No lo sé, no recuerdo, no me consta”

El título más irónico y tal vez el más certero lo firma Alfonso Pérez Medina. Una recopilación de evasivas judiciales que se ha vuelto casi un estribillo en las comisiones parlamentarias y los platós. El periodista, curtido en tribunales, repasa dos décadas de podredumbre política nacional, incluyendo los ERE de Andalucía, el Tamayazo, el 3% catalán… y cómo no, los casos actuales que acorralan al PSOE.

“Fueron años en los que la corrupción lo invadió todo”, dice sin rodeos. Lo tremendo es que no se le puede desmentir fácilmente.

La telaraña del caso Koldo y el enredo de los contratos

Desde que estalló el caso Ábalos-Koldo-Aldama, las páginas de estos libros parecen cobrar vida. Más de 54 millones de euros en contratos de mascarillas bajo sospecha, nombres repetidos en los sumarios judiciales, llamadas interceptadas por la Guardia Civil… y una figura que flota como un espectro omnipresente: Pedro Sánchez, el “Número 1”.

Las ramificaciones son extensas. A este escándalo se suma el papel de Santos Cerdán, exsecretario de organización del PSOE, acusado por la UCO de gestionar comisiones desde la sombra en una red que tocaba desde Navarra hasta Madrid. Todo mientras el presidente decía sentirse “muy triste”. Como si la tristeza fuera una forma de exculpación.

¿La esposa del presidente en el foco?

Lo que empezó como una especulación ha terminado como un sumario abierto contra Begoña Gómez. La cátedra que dirigía, los cursos que organizaba, los empresarios que la patrocinaban, las adjudicaciones sospechosas… Todo bajo lupa. Y Pedro, el esposo, se tomó cinco días de “reflexión”, que algunos interpretaron como un ensayo de fuga sin maleta.

¿Puede un presidente liderar con independencia si su núcleo más íntimo está en el punto de mira? La pregunta sigue sin respuesta, pero los libros aportan —cada uno a su manera— muchas pistas.

“Lawfare” o transparencia

Lo más inquietante de este fenómeno literario-político es que nadie se pone de acuerdo sobre lo que está ocurriendo. Unos hablan de corrupción sistémica; otros lo llaman persecución política o “lawfare”. Entre medias, los jueces investigan, los medios discuten, y los ciudadanos oscilan entre la indignación y el hartazgo.

«Cuando el relato es más creíble que el comunicado oficial, el poder empieza a resquebrajarse

El auge de títulos como “El Número 1” o “El suicidio de España” no es solo una moda editorial. Es un termómetro de la desconfianza pública, un retrato de época. Quizás, como en toda novela negra, el desenlace no dependa del detective, sino del lector.

¿Quién escribirá el próximo capítulo?

El asunto es serio, el contexto es turbio y los libros son solo el principio. Si estos relatos tienen base, si las tramas son reales, ¿hasta dónde llegará el escándalo? Y si no lo son, ¿quién gana con este teatro político-judicial-editorial? ¿Quién sostiene el telón?

Porque cuando el poder se vuelve literatura, es señal de que la realidad ya está al borde de la ficción.

París es un llanto de mujer, de Ivonne Vega

No esperaba encontrarme con lo que encontré. A veces, un título te seduce, una portada te intriga, pero es el tono lo que te atrapa o te suelta. Y con París es un llanto de mujer, lo que me atrapó fue eso: el tono. Una voz que no te grita, que no te empuja, pero que se te mete por dentro con una mezcla rara de ternura y gravedad. Como quien te confiesa algo muy importante al oído, en voz baja, y te obliga a escuchar.

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La autora, Ivonne Vega, nos propone aquí mucho más que una historia de amor, o de duelo. Nos propone una lectura del pasado escrita desde el presente de alguien que aún está intentando entender lo que ocurrió. Y eso, en literatura, es poderoso. Porque no es solo lo que se cuenta, sino cómo se cuenta, desde qué lugar emocional se construye el relato.

La historia se sitúa en un punto de partida claro: la muerte de Ana María, una mujer que dejó huella en la vida de la narradora, Leonor. Y desde esa pérdida comienza el viaje. Un viaje hacia el recuerdo, hacia París, hacia el mayo del 68, hacia los afectos rotos, las promesas truncadas, los silencios prolongados. Pero lo que más me sorprendió fue cómo la autora convierte ese viaje íntimo en un reflejo colectivo. El duelo por Ana María no es solo personal, es también simbólico: representa a todas las mujeres que no pudieron contar su historia completa.

Mayo del 68, ese hito tan mencionado en libros de historia y clases de filosofía, suele contarse en clave épica, con nombres masculinos, consignas políticas y adoquines lanzados. Pero París es un llanto de mujer pone el foco en otro lugar. Aquí la revolución es de otro tipo. Es una revolución emocional, silenciosa, femenina. La de las que también estuvieron allí, pero en otros frentes: enseñando, leyendo, amando, resistiendo desde lo íntimo. Y eso es algo que este libro hace con una elegancia admirable: darle espacio a una memoria que ha sido ignorada o silenciada.

La narración avanza en fragmentos. A ratos parece una carta, a ratos un diario, a ratos una conversación. Pero en todo momento hay una verdad que pulsa por salir. Leonor, la narradora, escribe desde la culpa, desde el cariño, desde la necesidad de decir ahora lo que no se dijo entonces. El libro está impregnado de eso: de lo no dicho. De lo que pesó por años. De lo que se sospechó, se intuyó, se evitó. Y al hacerlo, nos muestra que la omisión también puede doler tanto como una herida abierta.

Hay algo profundamente simbólico en la estructura: una mujer que muere, otra que recuerda, otra que escucha. Ana María, Leonor, Cecilia. Las tres encarnan formas distintas de lidiar con el dolor, con el deseo, con la memoria. Pero también con el amor. Porque el amor aquí no es simple. No es un amor de novela rosa. Es un amor que hiere, que construye, que encadena. Que a veces libera y otras veces anula. Y esa ambivalencia está presente en toda la historia.

Me gustó especialmente cómo la autora retrata el entorno sin convertirlo en decorado. La escuela rural, el cementerio, la habitación en París, la imagen de los cerezos, los pupitres de madera… todo tiene textura, todo tiene cuerpo. Uno no solo «lee» esos lugares, los ve, los huele, los camina con los personajes. Y eso es mérito de una escritura que no busca deslumbrar, pero sí emocionar con recursos muy bien dosificados.

También hay una mirada política, pero sin panfleto. La crítica al machismo intelectual, a las relaciones de poder encubiertas bajo discursos progresistas, está ahí, clara, pero sin necesidad de subrayarla. Y eso hace que el mensaje sea más potente. Porque no se impone: se muestra. Se encarna en lo vivido por Ana María, en lo que calló Leonor, en lo que Cecilia se atrevió a decir.

Ivonne Vega consigue algo difícil: que te duela el corazón sin golpearte. Que llores sin sentirte manipulado. Que salgas del libro con más preguntas que certezas, pero con la sensación de que hiciste un viaje necesario. Porque al final, eso es lo que uno hace al leer esta novela: un viaje hacia una herida. Una que no busca cerrarse, sino recordarse. Para no repetirla. Para honrarla. Para entenderla.

Y aunque la historia se sitúa en el pasado, en esa Francia convulsa y llena de ideales, las emociones son tan actuales como el amor no correspondido, la culpa arrastrada, la amistad ambigua, el silencio forzado. Es una novela sobre una época, sí. Pero también sobre algo que no tiene época: la necesidad de reconciliarnos con lo que no pudimos hacer o decir.

En lo personal, terminé el libro con un nudo en el pecho. No por tristeza, necesariamente. Sino por esa especie de melancolía lúcida que dejan las historias bien contadas. Las que no necesitan gritar para que las sientas. Las que, como esta, hablan desde dentro.

París es un llanto de mujer no es solo una novela sobre la pérdida de alguien amado. Es una novela sobre lo que nos pasa cuando perdemos una parte de nosotros mismos en el proceso. Sobre cómo las relaciones nos marcan, nos deforman, nos enseñan. Y también sobre cómo —a veces tarde— encontramos las palabras para poner en orden el pasado.

Recomiendo este libro sin dudar. Para quienes buscan una lectura breve pero honda. Para quienes aman los relatos que no solo cuentan, sino que cicatrizan. Para quienes quieren entender que no toda revolución se hace en la calle: algunas ocurren en el pecho. Y en los libros como este.

¿Por qué es tan irresistible “PROHIBIDO MORIR AQUÍ”?

¿Por qué es tan irresistible “PROHIBIDO MORIR AQUÍ”? La novela vintage que reinventa la vejez con ironía y estilo inglés

«Prohibido morir aquí» suena a cartel mal colgado en la entrada de un hotel venido a menos, pero también a grito de guerra en una batalla silenciosa contra el olvido. La primera vez que escuché ese título, imaginé a un excéntrico millonario dictando normas en su casa de retiro. Y no me equivoqué tanto. Lo que encontré fue aún mejor: una comedia melancólica, con ese sabor inconfundible a narrativa retro, donde la vejez con humor no es una rareza, sino el corazón palpitante de la historia.

Hay novelas que llegan tarde y, por eso mismo, llegan con más fuerza. Esta es una de ellas. Prohibido morir aquí me atrapó sin hacer ruido, con esa elegancia discreta que solo poseen las obras verdaderamente atemporales. Y en su centro, la figura casi fantasmal de Elizabeth Taylor escritora —no, no la de los ojos violeta—, resucitando del olvido con una novela que no grita, pero deja huella.

Prohibido morir aqui

La escritora invisible que nos enseñó a mirar

Poca gente lo sabe, pero hubo una Elizabeth Taylor que no fue actriz. Nació lejos de Hollywood y murió sin escándalos. Una dama inglesa, tímida hasta el extremo, que escribía como si bordara encajes. Jamás se subió a un escenario ni acaparó portadas. Pero en la intimidad de su despacho —con vistas al jardín y una taza de té humeante— dio a luz algunos de los personajes más entrañables de la literatura británica del siglo XX.

Lo curioso es que fue olvidada por tener un nombre famoso, y no por falta de talento. Durante años, recibió cartas de admiradores equivocados pidiéndole autógrafos en bikini. Ella, con una sonrisa afilada, contestaba: «Mi marido dice que debería enviarles una foto y dejarlos boquiabiertos». Así era Elizabeth Taylor: una mujer que sabía reírse de sí misma, y también de los demás, con un sarcasmo suave como el terciopelo.

«La invisibilidad puede ser una forma de libertad», me decía una amiga mientras hojeábamos juntas su biografía. Y tenía razón. Lejos del bullicio editorial, Taylor tejió en silencio una obra delicada y profunda, hecha de miradas oblicuas y palabras contenidas. Nada de dramas exagerados. Solo vidas pequeñas que, al ser narradas con cariño, se vuelven enormes.

El hotel Claremont o cómo envejecer con estilo

Prohibido morir aquí transcurre casi por completo en un hotel para ancianos, ese tipo de lugares que suelen despertar pena o miedo. Pero en manos de Taylor, el hotel Claremont se convierte en un escenario casi teatral, donde cada huésped es un personaje de comedia inglesa con tintes existenciales. Imagínese un edificio con moqueta ajada, lámparas de pie cojeando, y una recepcionista que fuma a escondidas mientras sueña con jubilarse.

Allí llega Mrs. Palfrey, viuda reciente, digna y decidida a no dejarse vencer por la soledad. Quiere aparentar que tiene familia, que alguien la visita, que su vida sigue teniendo sentido. Lo que encuentra es un joven escritor bohemio que finge ser su nieto. Y a partir de ahí, comienza una farsa deliciosa que termina por revelarse más verdadera que la realidad misma.

«La ternura también puede ser fingida y aun así salvarnos», pensé al cerrar el libro. Porque eso es lo que logra Taylor: mostrarnos que incluso los afectos impostados, cuando se sostienen con cuidado, pueden transformar vidas.

“La melancolía no tiene por qué ser silenciosa”

Lo que más me fascina de esta novela es su humor contenido, esa manera de reírse sin necesidad de carcajadas. Como en los buenos salones de té ingleses, donde todo se insinúa pero nada se dice abiertamente. Aquí la comedia melancólica no es un oxímoron, sino un arte mayor. Taylor encuentra en las arrugas, las prótesis dentales y los silencios incómodos, un terreno fértil para cultivar belleza.

Y es que el verdadero escándalo no es envejecer, sino fingir que no lo estamos haciendo. En Claremont, cada gesto revela una estrategia de supervivencia. Desde los hombres que aún se ajustan la corbata aunque nadie los mire, hasta las mujeres que fingen entusiasmo ante la visita de un sobrino que nunca llega.

«Todo envejece salvo la nostalgia», me repetía mientras leía. Y ese es el núcleo de esta historia: el anhelo de un tiempo que nunca existió del todo, pero que, al recordarlo juntos, se vuelve más real que la propia vida.

Novelas olvidadas que hoy parecen más vivas que nunca

No es casual que Elizabeth Taylor escritora esté siendo redescubierta ahora. En un mundo saturado de excesos y fórmulas, su discreción resulta subversiva. Su forma de escribir, aparentemente clásica, es en realidad profundamente moderna. Como si Jane Austen hubiera sobrevivido al siglo XX con una ironía aún más afilada.

Y no está sola. Novelas como Memento Mori de Muriel Spark, o Quartet in Autumn de Barbara Pym, también han vuelto a circular entre lectores que buscan una vejez con humor, sin cursilerías ni golpes bajos. Hay algo profundamente retro y futurista en esas obras: retratan el pasado, pero lo hacen desde un ángulo que anticipa preguntas muy actuales.

¿Qué significa envejecer sin perder el estilo?
¿Es posible reinventar la familia con un perfecto desconocido?
¿Cuánto vale una conversación en la sala común de un hotel?

Cuando el decorado también cuenta la historia

El diseño del hotel Claremont no es solo un telón de fondo. Es casi un personaje. La moqueta, los sillones de orejas, los ascensores lentos… todo evoca un universo vintage, detenido en el tiempo, que refleja con precisión una forma de envejecer que mezcla elegancia con resignación.

Pero también hay una visión retrofuturista escondida entre las páginas. Claremont anticipa, sin saberlo, los hoteles del futuro: espacios pensados para el retiro, pero sin decadencia. Lugares donde la arquitectura emocional acompaña al cuerpo que se desgasta, sin humillar al que lo habita. Algo así como el hotel L’EssenCiel, en plena campiña francesa, donde diseño y cuidado van de la mano.

«Los buenos lugares no te rejuvenecen, pero te recuerdan quién fuiste».

El legado literario que nadie vio venir

Hoy, Elizabeth Taylor es leída con otros ojos. Como quien vuelve a una carta olvidada y encuentra en ella palabras que le faltaban. Su influencia se deja sentir en quienes están redescubriendo el placer de las novelas vintage, los personajes entrañables, y ese estilo inglés que parece hecho de porcelana y dinamita a la vez.

A veces me pregunto cómo sería nuestra literatura si hubiésemos prestado más atención a estas escritoras discretas, alejadas del ruido, pero llenas de mundos por compartir. ¿Y si lo verdaderamente moderno no fuese lo nuevo, sino lo bien hecho?


“La ironía puede ser un acto de amor”

“Envejecer también es una forma de resistencia elegante”

“Nunca se es demasiado viejo para fingir que alguien te espera” (Elizabeth Taylor)

“Quien olvida las novelas del pasado, se pierde el futuro de la literatura”


En estos tiempos en que todo se mide por su capacidad de viralizarse, «Prohibido morir aquí» nos recuerda que hay novelas que crecen en el silencio. Que la literatura británica aún guarda secretos en sus armarios antiguos. Y que a veces, lo verdaderamente emocionante no está en el giro final, sino en el gesto más mínimo: una taza de té, una mentira piadosa, una sonrisa a medias.

¿Y si el futuro de la literatura fuera vintage?
¿Y si la vejez fuera el nuevo terreno de la aventura?
Y si todo empezara, justamente, donde nos dijeron que ya no había nada que contar?

El jardinero y la muerte es una semilla que duele al florecer

¿Puede un jardín recordar a quien lo cuidó?

El jardinero y la muerte es una semilla que duele al florecer

El jardinero y la muerte no es un libro sobre la muerte. O, al menos, no es un libro sobre esa muerte que los notarios firman y los médicos constatan con mirada de mármol. Es un libro sobre otra cosa, algo más silencioso y más cruel. Algo que tiene que ver con los días en los que el mundo se apaga a cámara lenta mientras uno aún respira. GOSPODINOV, con una escritura que se parece más a un susurro que a una proclama, cuenta lo que muchos prefieren no mirar. No hay morbo, no hay consuelo, no hay redención. Solo la desnudez brutal del amor que no sabe despedirse.

Mi padre era jardinero. Ahora es jardín.” Con esa frase que parece escrita con tierra húmeda, Gueorgui Gospodínov abre un abismo. Y yo me lancé de cabeza.

Cuando los héroes se mueren de a poco

Hay algo especialmente desgarrador en ver cómo mueren los padres. No es solo la tristeza —que es mucha—, sino la absurda incredulidad. Es como ver un roble arder en cámara lenta. Es como si el mundo se olvidara de su lógica. En el caso del padre de Gospodínov, el fuego fue la enfermedad. Un lento crepitar que quemaba sin ruido, pero con una persistencia implacable.

Gospodínov lo acompañó en cada minuto. Lo sostuvo, lo cuidó, le escuchó los silencios. Porque sí, el padre era un hombre callado. Pero no un callado cualquiera: un hombre que callaba como quien poda. Que elegía las palabras como quien elige qué flor dejar viva en la maceta. Y que, sin embargo, era también un narrador sublime. Esa contradicción —padre callado, contador de historias— recorre todo el libro como una broma íntima y triste.

“No es la muerte lo que duele. Es verla venir.”

Verla, sentirla, olerla incluso. Porque la muerte, en este libro, tiene textura. Tiene olor a desinfectante, sonido de sábanas de hospital, forma de mirada ida. Pero también tiene luz de amanecer, tiene sabor a fresa, tiene el peso invisible de una infancia que no termina de irse.

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Entre fresas, hospitales y un adiós que no se dice

Hay una imagen que se repite en la memoria del narrador: los campos de fresas. Las fresas como metáfora del tiempo robado, de la niñez que aún susurra bajo las uñas. El padre recogía fresas. El hijo recordaba. En el medio, una vida entera.

Pero no se dice adiós como en las películas. Aquí no hay grandes discursos ni lágrimas en primer plano. Aquí hay cuidado, rutina, presencia. El autor sostiene la mano de su padre día tras día. Y eso basta. Porque en ese gesto —tan simple, tan brutal— hay más amor que en cien poemas. El amor real, el que no habla pero no se va.

Y entonces, ¿cómo se despide una vida en sus últimos días? La respuesta de Gospodínov no es una respuesta. Es una pregunta que se muerde la cola. Porque quizá no se despide. Quizá solo se acompaña. Quizá se queda uno muy quieto al lado del que se va, esperando que el silencio no lo devore todo.

El último espejo: la mirada del hijo

Hay una escena que me dejó sin aliento. El padre, en su lecho, apenas reconocible por la enfermedad, aún es visto por su hijo como “el más alto, el más guapo, el más amable”. Esa frase me golpeó como un ladrillo envuelto en flores. ¿Seguimos viendo a nuestros padres con los ojos del niño que fuimos, incluso cuando ya no pueden ni hablarnos?

La muerte del padre es también el derrumbe del mito. Porque los padres son nuestros primeros dioses. Nos levantan en brazos y desde ahí creemos que el mundo es conquistable. Luego crecemos, discutimos, nos alejamos, nos decepcionamos… pero algo queda. El niño que fuimos sigue mirando desde dentro. Y cuando muere el padre, ese niño se queda huérfano otra vez.

El jardín donde todo termina

Ese hombre que fue jardinero termina convertido en jardín. No como metáfora dulce, sino como verdad inquietante. El cuerpo vuelve a la tierra. El hijo siembra con palabras la memoria de su padre. Y lo hace sin solemnidades, sin buscar consuelo en frases grandilocuentes.

El libro no ofrece respuestas. No pretende iluminar el camino del duelo. Solo se sienta a nuestro lado, con una taza de té frío y un montón de recuerdos embarrados. Y eso, créanme, es mucho más valiente que cualquier manual de autoayuda.

“Los que nos recuerdan como niños son nuestra última raíz.”

Y cuando esa raíz se corta, algo se tambalea. No solo se va un padre: se va el único testigo del niño que fuimos. El último en recordarnos sin ironías. El último que sabía cómo era tu voz antes de que aprendieras a disimularla.

El peso del silencio entre hombres

El silencio es otro protagonista de este libro. El silencio entre padres e hijos. Ese muro invisible hecho de orgullo, de torpeza emocional, de frases no dichas. Gospodínov no lo juzga. Solo lo muestra. Porque ese silencio también es amor. Un amor torpe, sí, pero amor al fin.

El padre callaba, pero también contaba historias. Lo hacía con gestos, con acciones, con alguna frase suelta que se convertía en leyenda familiar. Y en ese contraste, el hijo encuentra la clave. Quizá no necesitamos que nos digan “te quiero” si nos traen fresas recién cogidas.

¿Dónde termina un padre cuando se va?

No en la tumba. No en la fotografía que ponemos en el salón. Termina —o empieza, mejor dicho— en los gestos que nos deja. En la manera en que regamos las plantas. En la forma en que cortamos el pan. En ese consejo que nos sorprende repitiéndose en nuestra boca años después.

Gospodínov no escribe para cerrar heridas. Escribe para nombrarlas. Y en eso, su libro se parece a una herida que se niega a cicatrizar porque aún guarda algo importante dentro.

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

Cuando el jardín florece en nosotros

El final no es el fin. No al menos para el que recuerda. Y ese es el gesto último del hijo: convertir al padre en jardín. Hacer que crezca en las páginas. Hacer que su silencio se vuelva voz, que su cuerpo enfermo se vuelva memoria fértil.

No hay consuelo. Pero hay belleza. Y a veces, eso basta.

“El amor verdadero es el que no pide palabras.”

¿Quién recoge ahora las fresas de nuestra infancia?

El jardinero y la muerte no es un libro para leer a la ligera. Es un libro para sostener entre las manos como se sostiene la mano de un moribundo: con respeto, con miedo, con amor. Porque al final, lo que más duele no es que los padres se mueran. Lo que más duele es que ya no haya nadie que nos mire como el niño que fuimos.

Y ahora dime tú: ¿Quién guarda la memoria de tu niñez? ¿Quién será tu jardín cuando ya no estés?

MEMORIAS DE TIERRA NUEVA: El libro prohibido que cambió la humanidad

¿Qué secretos esconde MEMORIAS DE TIERRA NUEVA en sus primeros sellos? El libro prohibido que cambió el destino de la humanidad

Explorar MEMORIAS DE TIERRA NUEVA es adentrarse en un terreno donde la palabra se vuelve hechizo, y el recuerdo, sentencia. 🌌

Hace tiempo caí en manos de un libro extraño, uno de esos que parecen esperar al lector en vez de ser encontrados. No tenía portada llamativa ni sinopsis fácil, pero algo en el título —Los primeros sellosme quemaba los dedos. Era como si aquellas palabras hablaran de un principio antiguo, anterior incluso a cualquier relato conocido. Así fue como me sumergí en el tercer tomo de la saga Memorias de Tierra Nueva, de Tulio Dávila. Y cuando digo “me sumergí”, no es una metáfora: entré como quien cruza un umbral sellado con fuego y viento. Salí transformado, y un poco más confuso sobre qué parte de seguía aquí y cuál había quedado atrapada allá adentro.

La palabra clave es clara: MEMORIAS DE TIERRA NUEVA. Pero no se trata solo de recuerdos, sino de esas memorias que fundan mundos. Lo curioso es que la saga no pide fe, sino memoria activa. Y eso, en estos tiempos tan amnésicos, es ya un acto de resistencia.

Una guardiana, un libro prohibido y una grieta en el tiempo

La memoria es una criatura salvaje. Si no la domesticas, te devora.” Esta frase —que podría estar grabada en piedra en algún rincón de Tierra Nueva— define bien el espíritu del libro. La protagonista, una guardiana de las memorias, no es heroína ni villana: es testigo. Custodia una de las tres copias del libro prohibido que narra guerras perdidas antes de haber sido libradas, alianzas imposibles y traiciones tan viejas que ya parecen parte del paisaje. El libro que guarda no solo es un objeto. Es un mapa, un oráculo, una maldición.

Pero también es una trampa.

La trama avanza como el cauce de un río antiguo que se desborda cuando uno menos lo espera. Y allí está ella, la guardiana, preguntándose si custodiar la historia es también escribirla, o si es solo repetir el eco de una voz ya extinta. Es un dilema tan viejo como la literatura misma, pero también nuevo cada vez que lo enfrentamos.

El pasado no es lo que fue, sino lo que aún quema.” (Tulio Dávila lo insinúa en cada línea.)

¿Retro o futuro? Ambos, y ninguno

Hay quienes creen que el estilo de Tulio Dávila bebe de la literatura pulp de los años 50, con sus héroes de mandíbula cuadrada y tramas radioactivas. Algo de eso hay, pero sería quedarse corto. Los primeros sellos es más complejo. Tiene la estructura clásica de la alta fantasía, sí, pero envuelta en un tono retrofuturista que haría salivar a cualquier diseñador gráfico obsesionado con la ciencia ficción soviética o el art déco cósmico.

Los escenarios no están descritos, están evocados. Uno no “lee” un párrafo; lo recuerda como si ya lo hubiera vivido en un sueño. Hay un continente maldito, claro, y criaturas que se despiertan tras siglos de silencio. Pero también hay una especie de pátina antigua que recubre todo el texto, como si el libro mismo fuera una reliquia rescatada de un futuro que aún no llega.

Todo futuro que se respeta empieza como un mito.”

Tulio Dávila y la alquimia del estilo

No si Tulio Dávila es más mago o arquitecto. Lo que es que no escribe como quien lanza palabras, sino como quien cincela visiones. Cada frase está cargada de una intensidad contenida, como si hubiera sido escrita durante una tormenta. Hay algo inevitablemente épico en su estilo, pero también una melancolía muy íntima, casi nostálgica.

En esta tercera entrega, se atreve a jugar más con la oscuridad, pero sin caer en la caricatura gótica. Aquí lo oscuro es lo olvidado. Lo que nadie quiere recordar, pero que persiste en los márgenes del alma. Y eso es mucho más aterrador que cualquier monstruo de tres cabezas.

El ritmo es pausado, pero no lento. Avanza como un ritual. Y como todo ritual, exige algo del lector: paciencia, entrega, memoria.

La saga como brújula y espejo

He leído muchas sagas fantásticas, pero pocas con la coherencia mitológica de Memorias de Tierra Nueva. Cada libro parece cerrar un ciclo, pero abrir dos más. Y eso no es un error, es una virtud. Porque esta historia no quiere llevarte a un punto final. Quiere que te pierdas dentro de ella. Que la uses como un espejo, pero también como brújula.

Es curioso que una obra tan cargada de elementos “fantásticos” tenga tanto que decir sobre nosotros, los de carne y hueso. Sobre nuestras decisiones, nuestras culpas, nuestras nostalgias. Sobre esa necesidad absurda de querer recordar lo que aún no hemos vivido.

Lectores al borde del abismo narrativo

Las reseñas no mienten: hay entusiasmo, sí, pero también vértigo. Algunos lectores hablan de “carrusel de emociones”. Otros de “prosa profética”. Todos coinciden en algo: esta saga no te acaricia, te empuja. Te obliga a mirar lugares oscuros, pero también a descubrir luces nuevas. No es una historia cómoda, y eso es lo que la hace memorable.

Leer esta saga es como mirar directamente al corazón de un oráculo.”

Lo retrofuturista como necesidad, no como moda

¿Se está poniendo de moda lo retrofuturista? Tal vez. Pero en el caso de Tulio Dávila, no es pose. Es necesidad. Su narrativa no juega a parecer antigua ni a vestirse de futuro: se instala justo en el punto ciego entre ambos. Y desde allí lanza su hechizo. Un hechizo que tiene algo de rito ancestral y algo de interfaz holográfica.

Porque al final, ¿qué es más retrofuturista que una historia sobre un libro antiguo que puede reescribir el porvenir?

Y ahora, ¿qué sigue?

Quedan preguntas abiertas, claro. ¿Qué pasará con la guardiana? ¿Qué harán los hechiceros que regresan desde la frontera del olvido? ¿Se puede romper un sello sin desatar una maldición? Tulio Dávila no responde. Solo deja pistas. Y eso es lo que lo convierte en autor de culto.

Una advertencia final (y un deseo)

Si decides adentrarte en Los primeros sellos, no esperes respuestas. Espera transformaciones. Este libro no se lee: se atraviesa. Como un desierto. Como una profecía. Como una cicatriz.

Hay libros que te enseñan a recordar. Este te obliga a no olvidar.”


La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

Lo que fue, será de nuevo. Y lo que será, ya fue.” (Eclesiastés, 1:9)


¿Y si este libro estuviera escribiendo tu propia historia mientras lo lees?
¿Estás preparado para descubrir qué parte de ti aún recuerda el futuro?

¿Puede la ARQUEOLOGÍA CULINARIA reescribir la historia mejor que los libros?

¿Puede la ARQUEOLOGÍA CULINARIA reescribir la historia mejor que los libros?

El pasado se cocina a fuego lento con sal, aceite y mentiras

La ARQUEOLOGÍA CULINARIA es una trinchera contra el olvido, una cuchara hurgando en los huesos de la historia 🍷🍞.
Quien haya dicho que el pasado está muerto, nunca se sentó a cenar con Andreas Viestad en el Campo de’ Fiori. Allí, entre cucharadas de carbonara y sorbos de vino tinto, descubrí que el pan tiene más memoria que muchos archivos, que la sal fue más codiciada que el oro, y que el azúcar, esa dulzura aparente, oculta un reguero de sangre que todavía chorrea por las páginas invisibles de la historia de la gastronomía.

«Una cena en Roma» no es un libro de recetas. Es un conjuro, un viaje sensorial, un mapa de guerra y deseo cocinado a fuego lento.
La arqueología culinaria, ese extraño oficio que mezcla cuchillos con pinceles, arqueólogos con cocineros y comensales con detectives, se revela aquí como un método para recuperar lo que los manuales de historia no se atreven a digerir. Porque si el arte imita a la vida, la comida la contiene. Y nadie puede escapar de su estómago.

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El sabor del Mediterráneo es más antiguo que el alfabeto

La dieta mediterránea no nació por moda ni por salud, sino por necesidad, azar y conquista. En sus ingredientes caben milenios de comercio, invasiones, trueques, migraciones y supersticiones. Cuando muerdes una aceituna, estás masticando al fenicio que la trajo, al romano que la plantó y al árabe que la perfeccionó. El Mediterráneo fue, mucho antes que mar, mercado. Una sopa infinita de pueblos y promesas.

«El pan, el aceite y el vino son evangelios comestibles»
Los griegos adoraban el trigo como don divino. Los romanos convertían el vino en voto político. Los árabes convirtieron el aceite en ciencia y medicina. Esta trilogía alimentaria, aparentemente simple, sostiene la identidad de millones, pero también las guerras, las hambrunas, las migraciones y los mitos. Lo que hoy vemos como cocina saludable fue en su origen un arte de sobrevivir con lo que había. Un lujo disfrazado de humildad.

El imperio de la sal y su peaje en sangre

¿Quién hubiera imaginado que una roca blanca sería motivo de rebeliones, rutas y salarios? En la Roma antigua, la sal valía tanto como el oro. El propio término salario viene de ahí, de pagar a los soldados con algo que evitaba la putrefacción de la carne y garantizaba la supervivencia en campaña.

«Sin sal no hay imperio. Solo corrupción y carne muerta.»
La Vía Salaria no es solo una carretera antigua, es la arteria económica de un mundo que aprendió a domesticar la naturaleza a fuerza de trincharla. Quien controlaba las salinas, controlaba el hambre y, por tanto, el poder. En tiempos de paz y en tiempos de guerra, la sal fue la moneda que nadie cuestionaba. Incluso las rebeliones más sangrientas se sazonaban con ella.

Azúcar: ese veneno dulce con cadenas invisibles

El caso del azúcar es más perverso. Porque mientras que la sal salvaba vidas, el azúcar las encadenó. La arqueología culinaria nos recuerda que el postre es a menudo el remate de una tragedia. La obsesión europea por lo dulce activó la maquinaria más inhumana del comercio global: el tráfico de esclavos. Millones de africanos fueron arrancados de sus tierras para endulzar las sobremesas de los palacios.

En cada terrón, una historia de latigazos y sudor.
Las plantaciones en el Caribe, Madeira o Brasil no solo producían azúcar; producían riqueza, sí, pero también barbarie. Mientras los nobles europeos saboreaban sorbetes, las manos que lo cultivaban se pudrían entre cañas y látigos. Nunca un capricho costó tanto. Nunca el placer fue tan culpable.

La carbonara no es solo una receta, es un manifiesto

A primera vista, la pasta carbonara podría parecer un plato más, uno de esos que Instagram ha convertido en fetiche visual. Pero bajo su aparente sencillez se esconde una identidad en disputa. Hay quien dice que nació en los campamentos de los carboneros, hombres recios que necesitaban calorías sin complicaciones. Otros defienden que fue invento de los soldados americanos durante la Segunda Guerra Mundial, con huevos en polvo y bacon.

«La carbonara es el himno no oficial de Roma»
Sea cual sea su origen, lo cierto es que la verdadera receta —sin nata, sin ajo, sin adornos innecesarios— representa una resistencia. Es la defensa de un estilo de vida, de una cultura que no se deja moldear por las modas globales. En cada tenedor se cuela el orgullo de una ciudad que no olvida que cocinar es también escribir historia con las manos.

Los secretos están en los restos, no en las palabras

La arqueología culinaria no se basa en textos, sino en residuos. En ollas rotas, en semillas carbonizadas, en fragmentos de hueso y grasa adherida a una vasija. Se trata de leer el pasado como si fuera un estofado olvidado en la lumbre. Las herramientas del arqueólogo-cocinero son variadas: biomarcadores químicos, microfósiles, análisis isotópicos… pero también intuición, comparación y olfato.

Donde un historiador ve un plato roto, un arqueólogo culinario ve una cena, una familia, un rito.
Con esas pistas reconstruyen banquetes, epidemias, rutas comerciales y hasta tabúes religiosos. Porque el estómago no miente. Y nuestros ancestros, como nosotros, se sentaban a la mesa con más miedo que hambre. Allí compartían, se peleaban, hacían pactos y despedían a los muertos.

Cuando los ingredientes cuentan más que los monumentos

Hay ruinas más sabrosas que los templos. Un molinillo desgastado por el uso, un horno comunal escondido entre piedras, una ánfora manchada de aceite… son testigos más elocuentes que cualquier columna. La cultura alimentaria ha sido durante siglos un archivo silencioso. Y ahora, gracias a la arqueología culinaria, empieza a hablar.

«Cada ingrediente es un testigo que sobrevivió al olvido»
Lo que comemos, cómo lo cocinamos y con quién lo compartimos define mucho más que nuestras preferencias: define nuestra manera de estar en el mundo. Desde la cazuela de barro hasta la cocina molecular, cada plato es una carta escrita con fuego y paciencia.

El plato como máquina del tiempo

La próxima vez que te sirvas pan con aceite y un poco de sal, no lo subestimes. Estás masticando historia. Puede que no sepas qué pueblo trajo el olivo, ni qué legión protegía las salinas, ni qué poeta lloró por el trigo perdido, pero tus papilas sí lo saben. La arqueología culinaria lo confirma: todo está ahí, en el sabor, esperando ser entendido.

“Quien olvida lo que comió, no sabe quién es” (dicho popular del sur de Italia)


La dieta mediterránea es una autobiografía compartida

Los ingredientes históricos son más elocuentes que los documentos oficiales

Roma antigua alimentó su poder más con trigo y sal que con espadas


¿Y si el futuro de la historia estuviera en los fogones y no en los libros?
Quizás debamos dejar de buscar la verdad en los discursos y empezar a paladearla. Porque mientras sigamos comiendo, la historia no habrá terminado de escribirse. ¿Y tú, qué historia estás cenando hoy?

Puedes explorar más sobre el fascinante libro que inspiró este viaje accediendo a “Una cena en Roma” de Andreas Viestad.
Y si buscas tu ejemplar, puedes encontrarlo en Tipos Infames, Machado Libros o Zenda.

CARTA DE UNA DESCONOCIDA y el amor que no sabe morir

¿Puede una pasión retro cambiar tu futuro CARTA DE UNA DESCONOCIDA y el amor que no sabe morir

El amor secreto de Carta de una desconocida no se olvida fácilmente. Es una llama que arde sin oxígeno, un susurro escrito en papel que sobrevive al olvido. A veces me pregunto cuántas cartas como esa han terminado en la basura sin abrir, sin sospechar que dentro llevaban una vida entera. Pero esta no. Esta sí fue leída. Esta sí dolió. Esta se quedó para siempre.

Leer Carta de una desconocida en Kindle es como abrir un relicario digital, donde en vez de flores secas hay palabras húmedas de emoción. Stefan Zweig no escribió una historia, escribió una confesión en llamas. El tipo de historia que te deja sin aliento aunque ya sepas el final. El tipo de historia que ocurre en silencio, mientras el mundo afuera ni se entera de que alguien está ardiendo por dentro.

👉 Puedes leer la versión Kindle de «Carta de una desconocida» en cualquier dispositivo. La carta te está esperando.

El alma de Viena y el corazón de todos

Vienna, esa ciudad que parece un vals convertido en arquitectura, sirve de escenario para esta tragedia íntima. Pero el lugar es lo de menos. Porque cuando alguien te escribe una carta así, no importa en qué ciudad estés. Podría haber sido París, Buenos Aires o una cafetería olvidada de un pueblo fantasma. Lo importante es que la carta llegó. Y que él no sabía nada. O al menos eso dice.

Zweig lanza un dardo envenenado al centro del alma masculina: el olvido. Ese olvido que no siempre es inocente. ¿De verdad nunca la reconoció? ¿Nunca vio en sus ojos la tormenta? En su silencio hay algo más que ignorancia: hay comodidad, hay ego, hay un mundo que gira alrededor de sí mismo.

La estructura epistolar le da al relato una fuerza cruda. No hay réplica posible, no hay salvación. Solo la voz de ella, que ya no espera respuesta. El amor ya se ha convertido en ceniza, pero sigue caliente. Como esas brasas que, si las soplas, te queman de nuevo.

“Lo he amado desde que era una niña y usted nunca lo supo”. Esa frase, así, sin maquillaje ni rodeos, tiene más fuerza que cualquier declaración de Hollywood.

La belleza de lo invisible

Zweig entendía el arte de lo invisible. El amor que no se muestra, el dolor que no se grita, la vida que se entrega sin pedir nada. Esa mujer sin nombre, sin rostro, sin derechos siquiera sobre sus recuerdos, es más poderosa que cualquier heroína de novela rosa. Porque no lucha por ser vista: ella ya fue todo sin que él lo notara.

Pero también hay algo inquietante en esa devoción ciega. Algo que nos incomoda, que nos hace preguntarnos: ¿hasta qué punto puede alguien amar sin ser amado? ¿Es amor o es castigo? ¿Es libertad o esclavitud?

Zweig no responde. Nunca lo hacía. Solo te pone el espejo delante. Y el lector decide si ve ternura o locura. O ambas cosas al mismo tiempo.

Del papel al pixel sin perder el alma

La edición Kindle de Carta de una desconocida tiene un aire retrofuturista. Como si una emoción antigua encontrara una cápsula del tiempo moderna para seguir latiendo. Leerla en pantalla no le quita ni un gramo de peso. Al contrario. La intimidad de una lectura nocturna, en la cama o en un rincón del metro, hace que las palabras de esa mujer anónima parezcan susurradas directamente al oído.

En este formato, la carta adquiere la textura de un mensaje enviado al vacío digital. ¿Cuántos mensajes hemos escrito sin respuesta? ¿Cuántos «visto» han dolido más que un portazo? La obra de Zweig, escrita hace más de cien años, parece entender mejor que nadie el alma del siglo XXI.

«El silencio también responde, y a veces, con crueldad». Esta podría ser otra frase de la carta. O un tuit desesperado en plena madrugada.

Cuando el cine se volvió carta

La historia de Carta de una desconocida llegó al cine en 1948, dirigida por Max Ophüls. Una adaptación que logró captar la delicadeza y la tragedia del relato original, envolviendo cada plano con un perfume a despedida. Es una de esas películas que no ves: la escuchas. Porque cada palabra está cargada de adiós, como si incluso la luz supiera que el final está cerca.

Zweig escribía con imágenes. Cada escena de su relato podría ser un plano de cámara. Y no una cámara nerviosa, de esas que todo lo sacuden, sino una que observa, que respira, que se detiene en un gesto mínimo. Como cuando ella ve al escritor pasar junto a su hijo sin reconocerlo. Esa es una puñalada sin sangre. Y aún así, duele más.

El amor vintage que sigue latiendo

En tiempos de notificaciones, filtros y «me gusta», Carta de una desconocida suena a amor sin interfaz. No hay emojis. No hay recibos de lectura. Hay solo una mujer que ama hasta el hueso. Y un hombre que nunca se dio cuenta. O que prefirió no darse cuenta.

Ese anonimato, que en su época era castigo, hoy parece un arte. Porque amar sin nombre es resistir al ego. Es ofrecer sin esperar. Pero también es perderse. Es desaparecer. ¿Y quién quiere desaparecer por amor? Bueno, parece que ella sí.

Zweig, con su mirada de romántico desencantado, nos recuerda que no todo debe tener explicación, que hay pasiones que simplemente son. Como una melodía que no puedes dejar de tararear aunque no sepas de dónde vino.

“A veces, el amor más grande es el que nunca se dice en voz alta”.

Ecos del pasado, preguntas del futuro

En la figura de esa mujer, Zweig anticipa un tipo de personaje femenino que luego se convertiría en leyenda: la que ama desde la sombra, pero no se victimiza. No busca ser salvada. Solo quiere ser escuchada. Al menos una vez. Al menos en una carta.

Hay algo profundamente moderno en eso. Porque, aunque su lenguaje sea de otra época, su dilema sigue siendo el nuestro. ¿Cómo se vive con una emoción que no tiene a dónde ir? ¿Dónde se guarda un amor que nadie quiere recibir?

Y entonces llega la carta. Ese intento desesperado por no desaparecer del todo. Por dejar una huella, aunque sea de tinta.


“El alma tiene lugares que la razón no puede tocar” (Pascal)

Leer Carta de una desconocida es abrir la caja negra de un corazón estrellado.
Stefan Zweig escribió el amor más antiguo con palabras que aún parecen nuevas.
La pasión en silencio también hace ruido, y a veces, más del que creemos.

¿Todavía se puede amar así en la era de las pantallas?

Leer Carta de una desconocida hoy no es un ejercicio de nostalgia: es una experiencia de resistencia emocional. Una forma de recordar que hay pasiones que no tienen algoritmo. Que no todo puede ser explicado ni clasificado. Que hay cartas que no llegan a tiempo, pero aun así, llegan.

¿Te atreves a leerla sabiendo que tal vez no quieras olvidarla nunca?
Quizás tú también hayas sido esa desconocida.
O ese escritor que no recuerda nada.
Quién sabe.

La herida que sangra en voz alta se llama ADIÓS, PEQUEÑO

¿Quién teme decir Adiós, pequeño sin romperse por dentro? La herida que sangra en voz alta se llama ADIÓS, PEQUEÑO

Adiós, pequeño es una confesión que late entre líneas, un susurro prolongado que se escucha mejor en silencio 🎧.

Hay libros que se leen, y otros que se viven. Adiós, pequeño, de Máximo Huerta, es de esos que se instalan en el alma como una mudanza que nunca termina.

Un libro que no solo se escucha —porque en Audible lo narra el propio autor con una ternura que da escalofríos— sino que se respira. Escrito con la precisión de un cirujano y la sensibilidad de quien ha amado más de lo que ha sido amado, este relato es una cicatriz abierta con forma de memoria. No hay vuelta atrás una vez que entras. Y tampoco querrás salir.


Todo comienza con un mazazo emocional que no necesita rodeos: “Mi madre habría sido más feliz si yo no hubiera nacido.”

Esa frase no se lee. Te la lanzan. Como un dardo sin advertencia, como esas verdades que a veces solo nos decimos en voz baja cuando ya no queda nadie cerca. Y así empieza este recorrido por la biografía emocional de un hijo que cuida a su madre enferma mientras repasa, fragmento a fragmento, las ruinas —y los tesoros ocultos— de su infancia.

Hay una perrita, sí. Se llama Leo y está ahí como una guardiana peluda de los momentos donde la ternura parece un lujo. Leo representa eso que no falla cuando todo lo demás tambalea. Y si crees que eso es solo un detalle tierno, es porque no has leído el libro. O no lo has escuchado en voz de Máximo. Porque cuando él dice “Leo”, parece que estuviera acariciándola.

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La España que aún huele a lejía y recuerdos sin decir

La historia está anclada en una España que todavía huele a cocina con baldosas frías, a televisión en blanco y negro y a esas frases de madre que resumen toda una filosofía vital: “Quien bien te quiere te hará llorar”. Buñol y Utiel no son solo escenarios: son dos tiempos distintos de la misma herida. El presente de la enfermedad, el pasado del abandono. La decadencia del cuerpo, la nostalgia de lo que pudo haber sido. Máximo Huerta no solo recuerda. Reescribe lo vivido. Intenta, sin éxito pero con belleza, comprender lo incomprensible: por qué los que más deberían querernos, a veces son los que más daño nos hacen sin quererlo. O peor: queriéndolo un poco.

«Lo más difícil no es perdonar a los demás. Es perdonar el cariño mal dado.«

El autor es experto en eso que tan poco se nombra pero tanto se siente: la culpa heredada. Esa que uno arrastra como una herencia sin testamento. En su novela, los silencios hablan y los objetos tienen memoria. Una bata vieja puede decir más que mil cartas. Un gesto fugaz, más que toda una conversación.


Cuando la voz del autor rompe las reglas del audiolibro

En Audible, donde el audiolibro está disponible narrado por él mismo, Huerta se convierte en el guía perfecto de su propio laberinto emocional.

Hay algo profundamente íntimo en escuchar su voz quebrarse en ciertas frases. Como si cada palabra fuera una confesión que nos entrega sin condiciones. Eso no se actúa. Eso se siente. Y ahí está el truco del audiolibro: no es solo una lectura, es una interpretación de su propio dolor, con pausas exactas y un tono que no necesita más efectos especiales.

Claro que es triste. Pero también bello. Es introspectivo, sí. Pero también profundamente humano. Y si alguien te dice que es demasiado nostálgico, es porque probablemente no ha tenido el valor de sentarse a mirar sus propios fantasmas a la cara.


“El pasado no se supera. Solo se aprende a convivir con él.”

Adiós, pequeño ha sido celebrado por la crítica y el público. Algunos lo acusan de ser excesivamente melancólico. Yo diría que es honestamente melancólico. Hay una gran diferencia. Porque aquí no hay poses ni dramatismos de escaparate: hay una verdad que se arrastra desde la infancia y que apenas ahora se puede decir sin temblar. El dolor no se sublima, se abraza. Como se abraza a una madre que no supo quererte como querías, pero lo intentó como pudo.

Y aún así, hay ternura. Hay detalles mínimos —una cucharada de arroz, una toalla doblada, un gesto torpe— que convierten a esta novela en una especie de altar laico al afecto disfuncional.


Para los que coleccionan cicatrices con olor a retro

Este libro no es para todos. Y eso es una buena noticia. Es para quienes saben que la infancia no termina nunca. Que la memoria es caprichosa, sí, pero también justa a su manera. Que la nostalgia no es debilidad, sino una forma de resistencia. Para los que guardan cartas en cajones que ya nadie abre. Para quienes crecieron entre madres que no sabían decir “te quiero” pero lo cocinaban en cada lenteja.

«Algunas madres aman con miedo. Y los hijos crecen con hambre de amor no dicho.»

El lector vintage, el que saborea los textos como si fueran caramelos de anís, va a encontrar en este libro un festín de sensaciones. Aquí la memoria no se narra: se mastica. Es una novela sensorial, escrita con el mismo cuidado que se pone al doblar una sábana bordada de los años 70. Y el audiolibro no es un extra: es la mejor manera de entrar en esta historia.


“Lo que no se dice se queda viviendo entre los muebles”

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

En un panorama literario saturado de egos disfrazados de personajes, Huerta se la juega a pecho descubierto. No hay escudos ni disfraces. Es él, con su madre, su pueblo, su perrita y su necesidad de entenderse. El Premio de Novela Fernando Lara 2022 no fue un galardón casual: fue una confirmación de que aún hay sitio para la literatura que no necesita artificios para conmover.


“Los silencios también tienen voz. Y a veces gritan más que las palabras.”

Adiós, pequeño es un libro para leer despacio, para pausar el audiolibro y respirar. Para volver atrás y subrayar. Para llorar un poco y sonreír después. Es una historia que, aunque no sea la tuya, te habla como si lo fuera. Porque todos, en algún momento, hemos querido decir adiós sin saber cómo. Y todos, en algún punto, seguimos siendo ese “pequeño” que busca el abrazo que no llegó.


¿Y si el dolor no fuera un enemigo, sino un espejo?

¿Te has preguntado alguna vez qué parte de tu infancia sigues repitiendo en tus relaciones? ¿O qué frases de tu madre sigues diciendo aunque juraste que nunca lo harías? Tal vez este libro no tenga todas las respuestas, pero tiene las preguntas justas. Las que duelen. Las que sanan. Las que, como decía aquel viejo bolero, “no se pueden callar”.

¿Y tú? ¿Te has atrevido ya a decir tu propio adiós, pequeño?

IMÁGENES EN UN CUENTO: SUEÑO, de Kat Menschik

Las imágenes en un cuento, pueden ser tan importantes como el cuento en si. Esto es lo que pasa con «Sueño», de Haruki Murakami. Ilustraciones de Kat Menschik.

LAS IMÁGENES DE SUEÑO.

Las imágenes. La vida es percibida por los seres humanos a través de ellas.  Los libros son también generadores de imágenes, ya sea porque las exponen directamente, o porque nos las sugieren. Expresamos sentimientos, pensamientos o ideas siempre a través de imágenes. 

Y de imágenes precisamente va SUEÑO, el primer volumen de cuentos del japonés Haruki Murakami. Libros del Zorro Rojo tiene la culpa, y las ilustraciones de Kat Menschik lo convierten en una joya que harías muy bien en tener en tu librería particular. Cada nuevo libro de Haruki Murakami despierta un enorme interés.

UNO DE LOS FAVORITOS DE PATTI SMITH

Que una grande como Patti Smith sea fan y devota de Murakami ya puede darnos una idea del «estrellato» del autor. Es el autor de «Kafka en la orilla» y también de «Tokio Blues». Vende muchos libros. Todos los años hay  un nuevo libro de Murakami. Sin embargo este primer libro ilustrado de Murakami no es de su tradicional editorial, Tusquets, sino de Libros del Zorro Rojo. Esta casa está especializada en volúmenes ilustrados, como los de Edward Gorey o Robert Crumb. 

Además de este que nos ocupa, te recomendaría de Murakami «La caza del carnero salvaje». Y es que en la obra de Murakami, los dibujos parecen haber salido de un sueño. Menschik hizo las ilustraciones de Sueño por encargo de los editores, y porque conocía la obra del autor, se identifica con su forma de escribir. Cuando Haruki Murakami vio la portada llamó directamente al dibujante para felicitarle y, más tarde, cuando visitó Berlín, la invitó a comer.

LA HISTORIA DE UN AMA DE CASA QUE NO PUEDE DORMIR

Sueño es la historia de un ama de casa. Un buen día resulta que se da cuenta que no puede dormir. Se asusta pero entiende que se abre un mundo lleno de posibilidades. Y usa su tiempo para leer Anna Karenina mientras bebe cognac.

Tapa dura, dibujos azules y plateados, las ilustraciones de Menschik muestran los placeres secretos de la protagonista del cuento para su familia. Asocian la ausencia del sueño con la necesidad de aprovechar ese tiempo, creando un mundo acuático y sumergido en la vigilia. Los dibujos de Sueño son un sentimiento que anima al lector para que encuentre sus propios significados.

¿QUIERES SER ESCRITOR? PUES LÉETE ESTO

¿De verdad quieres ser escritor? Entonces tendrás que saber primero qué en verdad la literatura.

ALGUNOS CONSEJOS PARA SER ESCRITOR Y COSAS QUE HAS DE LEER.

Ser escritor no es fácil, y mucho menos aún poder vivir de ello. Aún así, es posible que sea tu ilusión, lo que más anhelas en este mundo y, ¿quien soy yo para quitarte la idea? Al contrario, voy a darte algunos consejos para que empieces a escribir como lo haría un auténtico escritor y, quien sabe si algún día no serás uno de los que venden miles y miles de ejemplares en Amazon.

Lo primero de todo y más importante es que hagas un buen Curso Literatura de, por ejemplo, los que organiza la UNIR, para que aprendas todo lo que un buen escritor ha de saber en cuanto a técnicas y muchas cosas más. Y después, léete al menos estos libros que a continuación te recomiendo. Son muchos, pero son imprescindibles:

  • Clases de Literatura: Berkeley, año 1980, de Julio Cortázar.
  • Qué hacemos con la literatura. Una obra de Julio Rodríguez Puértolas, David Becerra, Raquel Arias y Marta Sanz.
  • LITERATURA UNIVERSAL . TEMAS DE SELECTIVIDAD – COMENTARIOS RESUELTOS. Un libro de texto de Fernando Cañamares Leandro.
  • Todos los tomos de «La literatura griega cristiana».
  • Figuras retóricas en literatura, de Rocío Navarro Lacoba.
  • Teoría de la literatura de los formalistas rusos.
  • El coloquio de los perros. (Este es para que te hagas una idea de la genialidad de la literatura castellana)  de Miguel De Cervantes.
  • Las Mil Mejores Poesías de la Literatura Universal.
  • El profesor de literatura, una magnífica obra de Christian Vera
  • Nueva historia de la literatura hispanoamericana.
  • Literatura e Matemática, del genial Jorge Luis Borges.
  • La literatura explicada a los asnos: Un manual urgente para jóvenes y no tan jóvenes. La obra que más te recomiendo, que es de José Ángel Mañas.
  • Filosofía y literatura, de Pablo Javier Pérez López  y Varios Autores más.

Cuando hayas leído al menos tres o cuatro de estos que te aconsejo, sabrás a ciencia cierta que es la buena literatura. Te dejo, que tienes mucho para leer.

 

TRES LIBROS RECOMENDADOS PARA ESTE OTOÑO

El otoño es una época especial y la lectura parece como que nos apetece más. A mi me parece que hay lecturas y libros más indicados que otros que el otoño. Por eso voy a recomendarte tres que a mi, personalmente, me han gustado.

MANHATTAN CRAZY LOVE

El primero de ellos es «Manhattan crazy love«, de Cristina Prada. Este libro lo puedes encontrar disponible para descargarlo en iBooks para tu Mac y en otros dispositivos, o si lo prefieres, en formato físico en las librerías. Trata de Katie Conrad, una chica con muy mala suerte que se topa, en su nuevo trabajo con Donovan Brent, un hombre realmente odioso a la vez que atractivo. Parece que Donovan vive para torturarla. Katie le planta cara, pero las cosas no salen como ella quiere.

Él hace  del sexo algo increíble, loco y muy salvaje, y ella no sabe si es lo que quiere o no. ¿Cuentos de hadas? Manhattan Crazy Love es una historia de amor y sexo. Sí, ya se que es una de esas que se han puesto de moda tras el enorme éxito de las Grey, pero está bien, es entretenida, y en muchos aspectos supera a la mencionada.

Libros Gratis puedes encontrar también en webs como Megaepub. También los típicos «de bolsillo», que siempre han sido baratos y ahora más, y que nunca han sido tan fáciles de conseguir como ahora en forma online, en epub, etc.

LA TEMPLANZA

Voy con la segunda recomendación. Se trata de «La Templanza», de María Dueñas. Trata de un hombre, Mauro Larrea, que pierde toda su fortuna y ahogado por las deudas apuesta lo poco que le queda en una temeraria jugada.

Se le cruza en su camino la perturbadora Soledad Montalvo, que es la esposa de un marchante de vinos londinense, y le cambia la vida. Todo se desenvuelve entre México, la Habana colonial, las Antillas, el Jerez de la segunda mitad del XIX, y entre el comercio de vinos.

La Templanza es una novela de glorias y derrotas, minas de plata, intrigas familiares, viñas, bodegas y de el esplendor de las ciudades de aquella época. De la fuerza de una pasión. Uno de esos Libros Epub que puedes encontrar en los enlaces que te facilito.

EL MUNDO ILUMINADO

El siguiente es ‘El mundo iluminado’ de Ángeles Mastretta. Trata de los recuerdos que todos tenemos. Que nos acompañan a lo largo de la vida. ¿De nostalgias?  ‘El Mundo Iluminado’ es una recopilación de cuentos que parten de los recuerdos, enfocados en reconocer el arte. Cuentos que nos llevan a nuestros propios cuentos, que nos hacen recordar, volver a sentir, volver a oler, reencontrar colores, retroceder a los sentidos propios. Volver a vivir…

Tienes que leer ‘El Mundo Iluminado’. Son historias contadas por una mente repleta de recuerdos. Algunos casi desde el olvido. Todos desde el pasado más querido, más amado y más añorado. Leyendo ‘El Mundo Iluminado’, tendrás la certeza de que la felicidad existe, aunque ya no la esperes.

Y ya está, se acabó por hoy. Feliz fin de semana…

NOVELA – Los lugares secretos, de León Arsenal

LOS+LUGARES+SECRETOS
NOVELA – Los lugares secretos, de León Arsenal

Vas a disfrutar leyendo este libro. Los lugares secretos, de León Arsenal es una novela de suspense que te mantiene en tensión, hace que no decaiga la atención y realmente «engancha». Nos muestra un Madrid que está ahí pero que no solemos ver y nos impulsa a descubrir determinados lugares a fin de cerciorarnos de que si son como se describen en el libro. Con referencias históricas amenas y muy interesantes. Con rigor y con seriedad nos informa. Los personajes están bien descritos y son creíbles.

Con un final no previsible, este primer acercamiento a León Arsenal me ha gustado. No te dejes engañar por el principio, que parece un tanto frío, enseguida te engancha. Un recorrido por monumentos, palacetes,  gárgolas, mansiones de aquel Madrid de los austrias. Un trhiller al estilo Hammett, sin comicidades. Personajes sin escrúpulos que quieren mantener su poder a toda costa. Y una joven periodista que busca  una explicación a la desaparición de sus amigos.

Premio literario Amazon 2025

¿Por qué todos hablan de El despertar de la libélula? La novela romántica que incendia la calma del alma

Empecemos por lo más obvio: El despertar de la libélula no es un simple libro. Es un temblor suave, casi imperceptible al principio, que termina desmoronando las certezas del lector más templado. Desde la primera página, Elsa Jenner desafía a quien se atreva a cruzar su umbral narrativo, rompiendo incluso su propia tradición, esa que había seguido con disciplina en todas sus obras anteriores. Aquí, en esta historia cargada de emoción y renuncia, las normas quedan pulverizadas y el resultado es tan inquietante como hermoso. 🌿

Hace tiempo que me topé con esa primera línea que ha hecho correr ríos de tinta y de emoción: “Todas mis novelas acaban con una nota de autora; en este caso, la incluyo al inicio porque, al final de esta, no habrá nada más que añadir. Serás tú, querido lector, quien extraiga sus propias interpretaciones.” Esa frase no solo abría la puerta a la novela, sino que la desnudaba por completo. Y ahí, justo ahí, se inicia un viaje insólito, un acto de despojo literario tan puro como brutal.

Jenner no escribió pensando en nadie. Lo dice sin tapujos. Lo repite casi como una mantra: “Con este proyecto no espero nada. Porque no lo he escrito pensando en nadie.” Y, paradójicamente, esa indiferencia hacia el mercado o las expectativas externas es lo que ha convertido esta obra en una joya inesperada, en una de esas raras veces en que la literatura se siente libre, casi salvaje, indómita. Lo más curioso es que esa honestidad brutal ha sido premiada: El despertar de la libélula está en boca de todos y ha logrado colarse en listas de prestigio, incluso llegando a sonar en el ecosistema del Premio literario Amazon 2025. Qué ironía tan perfecta.

Pero también hay algo más. Algo que vibra bajo la superficie perfecta del texto. Porque esta novela no es solo más audaz, más valiente, más… digamos, humana que las anteriores. Es también más incómoda. Jenner se atrevió aquí a incomodar y lo hizo desde un lugar íntimo, casi doloroso. No hay moralejas ni lecciones masticadas. Solo fragmentos de vida, como esos cristales rotos en la playa que, a pesar de todo, siguen brillando.

Entre bicicletas y heridas abiertas

La historia transcurre en dos planos: pasado y presente. Es una estructura conocida, sí, pero Jenner consigue que lo familiar se sienta nuevo. En un lado, una adolescente vive un verano infinito, lleno de bicicletas al atardecer, cartas nunca enviadas y piel dorada por el sol. En el otro, años después, una mujer adulta atraviesa el espesor de un matrimonio en pausa y un deseo que se le ha enquistado como una espina. Dos voces que, en realidad, son una sola herida latiendo a diferentes ritmos.

¿Por qué todos hablan de El despertar de la libélula? La novela romántica que incendia la calma del alma
¿Por qué todos hablan de El despertar de la libélula? La novela romántica que incendia la calma del alma

Ahí reside uno de los mayores aciertos de esta obra: la forma en que la autora teje la ingenuidad con el cansancio, la ilusión con el escepticismo. Elsa Jenner, con su prosa fluida y certera, logra algo que muy pocos consiguen: hablar de lo cotidiano con tal precisión que lo convierte en algo casi sagrado. La nostalgia está ahí, claro. Pero bajo ese barniz melancólico se esconde un mapa emocional tan complejo como silencioso.

“Es una novela de amor, pero también de desamor, de deseo, de renuncia. Es la historia de quiénes fuimos cuando amamos por primera vez y de quiénes somos cuando ese amor nos encuentra de nuevo, rotos y reconstruidos.”

El amor como pregunta, nunca como respuesta

Hay un momento en el que la autora, en la nota de inicio suelta una frase demoledora: “He sentido que he dejado de ser yo y, al mismo tiempo, he sido más yo que nunca. ¿Tiene esto algún sentido?”. Y ahí está todo. Esa paradoja tan humana, esa sensación de perderse para encontrarse, de morir un poco para renacer con otra piel. La novela, como su título anticipa, es una metamorfosis en estado puro. Un viaje donde nadie sale indemne, pero todos salen transformados.

La comparación con una libélula no es gratuita. Este insecto, símbolo ancestral de cambio y autoconocimiento, es el hilo invisible que cose cada página. La protagonista no se reconstruye para volver a ser la de antes. No. Ella muda, se desprende, se convierte en otra. Una lección tan cruda como necesaria en un mundo que nos empuja constantemente a “ser mejores versiones” de lo mismo de siempre.

Y sí, El despertar de la libélula es una novela romántica, pero decir solo eso sería quedarse en la superficie. Aquí no hay héroes que rescatan ni finales garantizados. Hay amor, claro. Pero también hay dudas, deseo, traición y, sobre todo, una búsqueda desesperada de libertad. Es un libro que provoca porque se atreve a decir que el amor no siempre salva y que, a veces, lo más valiente es soltar.

Una voz que se arriesga a todo

Resulta curioso que Jenner haya decidido colocar su nota de autora al principio. Es un gesto simbólico, casi un acto de renuncia. Como si dijera: “Aquí tienes mi voz. Haz con ella lo que quieras.” Es una voz sin filtros, sin adornos. Una voz que se permite ser vulnerable y también brutal. Y esa voz ha sido la clave de su éxito inesperado. Porque aunque la autora no buscaba nada, lo encontró todo: lectores que han abrazado esta historia como si fuera un espejo de sus propias grietas.

Al final, lo que nos deja esta novela es un silencio cargado de posibilidades. Jenner no firma desde el final porque sabe que las historias de verdad nunca terminan. Y ahí estamos nosotros, los lectores, con el eco de sus palabras resonando en la cabeza, preguntándonos qué hacer ahora con ese vacío.

“No todas las historias necesitan un final feliz. Algunas solo necesitan ser contadas.”

La libélula y el espejo

A veces me pregunto qué es lo que hace que un libro se quede a vivir dentro de uno. No son las grandes frases ni los giros espectaculares. Es ese algo indefinible, esa sensación de haber sido tocado en un lugar donde no sabías que aún dolía. El despertar de la libélula logra eso. No lo explica todo porque sabe que la literatura no está para explicarlo todo. Está para acompañarte en el desconcierto. Para mirarte a los ojos y decirte: “No estás solo en esto.”

Y tal vez, solo tal vez, por eso este libro ha conseguido no solo emocionar, sino también ganar terreno en un panorama literario saturado. Porque en un mundo lleno de ruido, a veces lo que más necesitamos es un susurro.

El despertar de la libélula no es una novela para entender. Es una novela para sentir. Y a veces, esa es la única manera de despertar.

¿Te atreves tú también a cruzar ese umbral?

BRANDON Q. MORRIS y los astronautas que nunca despegaron

¿Puede la ciencia ficción ser tan real que dé miedo? BRANDON Q. MORRIS y los astronautas que nunca despegaron

Descubrí a BRANDON Q. MORRIS una noche de insomnio y café frío, cuando buscaba historias que no olieran a magia sino a metal, hielo y radiación. 🔭 Algo que no solo me hablara del espacio, sino que me lo hiciera sentir en los huesos. Lo encontré —o mejor dicho, él me encontró— justo cuando me había cansado de las galaxias llenas de monstruos que rugen en vacío (que ni ruido hay, por cierto) y las naves que giran como si la física fuera un capricho. Con Morris, cada órbita, cada cálculo, cada partícula suspendida en la nada tiene un sentido, un peso, una explicación. Y eso lo cambia todo.

La ciencia ficción dura no es un género: es una forma de mirar el universo sin filtros de fantasía, pero con los ojos bien abiertos. Con Morris, cada historia parece arrancada de un informe confidencial de la NASA, pero con una sensibilidad que ningún técnico sabría plasmar. En novelas como The Enceladus Mission, por ejemplo, no estás leyendo sobre una expedición al espacio profundo: estás metido hasta el cuello en hielo extraterrestre, calculando cada molécula de oxígeno, revisando si el brazo robótico aún funciona después del último temblor en la nave. Y sí, si hay vida, la sentirás palpitar bajo tus botas.

El futuro no necesita magia, solo ganas de entenderlo.
“La ciencia no es fría; es un fuego que quema lento.”

Lo increíble de Morris es que no escribe como un novelista que aprendió de física, sino como un físico que aprendió a escribir bien. Y vaya si lo hace. Su formación científica no es una decoración, es la columna vertebral de cada página. En novelas como The Hole, cuando un agujero negro amenaza a la Tierra, no hay espacio para soluciones sacadas de un sombrero: todo lo que ocurre podría, en teoría, pasar. Es lo que los entendidos llaman realismo científico, y lo que los soñadores llamamos: “¿Y si esto no fuera ficción?”. Si quieres comprobarlo tú mismo, aquí puedes ver un adelanto visual que captura esa tensión cósmica.

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Cuando los astronautas se frustran y los físicos sueñan

Dicen que el peor destino de un astronauta es quedarse en tierra. Morris nunca lo ocultó: siempre soñó con salir disparado del planeta, pero la vida, que a veces parece diseñada por un guionista cruel, lo dejó con los pies en el suelo. Sin embargo, hay algo poderoso en los sueños frustrados. En vez de convertirse en lamento, en su caso se volvió narrativa. Sus personajes, esos exploradores obsesionados con ir más allá del límite, son alter egos evidentes. No son héroes con capas, son humanos que cargan con ecuaciones, miedo y esperanza.

Hay una escena, en uno de sus libros, donde el protagonista mira la Tierra desde una ventana ovalada de la nave. No dice nada. Solo la observa. Esa escena, sin diálogos rimbombantes ni música épica, te arranca el alma. Porque ahí está todo: la pequeñez, la belleza, el anhelo. Esa escena es Morris.

Y ojo, que su nostalgia no lo hace blando. Su ciencia ficción está llena de tecnología avanzada que no suena a cuento chino: sondas que atraviesan lunas congeladas, robots que perforan hielo a 200 grados bajo cero, motores que funcionan con impulsos que hoy apenas comprendemos. Es como leer el informe de una misión real… pero con alma.

En su saga sobre Encelado, por ejemplo, predice una serie de avances que, curiosamente, ya se están considerando. La NASA ha hablado del proyecto Enceladus Orbilander, y aunque aún es solo una posibilidad, se parece demasiado a la novela. Incluso hay propuestas como EAGLE, una misión robótica para perforar el hielo del satélite. ¿Casualidad? Tal vez. Pero yo prefiero pensar que Morris está un paso adelante del calendario.

Encelado, ese pequeño infierno blanco

No es casual que haya elegido Encelado como uno de sus escenarios más potentes. Ese satélite de Saturno, con su superficie blanca y su corazón líquido, guarda secretos que hacen salivar a cualquier astrobiólogo. Y Morris lo sabe. En su novela, la misión no es solo científica: es emocional. Cada paso en esa luna implica decisiones morales, dilemas humanos, miedo al fracaso. Porque al final, lo que Morris cuenta no son historias de exploración: son historias de personas al límite. Como si la dureza del hielo revelara, irónicamente, la verdadera ternura del alma humana.

Explorar no es llegar lejos, es entender mejor.

En su visión del futuro espacial, las cosas no explotan al menor contacto. No hay inteligencia artificial que lo resuelva todo ni alienígenas que hablen inglés perfecto. Lo que hay son errores de cálculo, decisiones difíciles, conflictos éticos y límites físicos. Y eso es lo que lo hace tan hipnótico. Cuando lees a Morris, no te sientes como un espectador, sino como parte del equipo. Estás dentro del módulo, sintiendo el zumbido del generador, esperando que la misión no se convierta en tumba.

¿Qué es la ciencia ficción dura y por qué debería importarte?

La ciencia ficción dura no busca entretener con fuegos artificiales. Busca provocar. Hacerte preguntas incómodas. Mostrarse cruda, plausible, casi inevitable. En ese sentido, Morris es uno de sus profetas. Sus libros tienen esa cualidad inquietante de lo que podría pasar. Si mañana descubrimos vida en Encelado, no sería extraño. Ya lo hemos leído. Si una misión de emergencia parte al espacio para salvar a la humanidad de un fenómeno astronómico, no será sorpresa. Morris ya lo contó. Pero también, si el fracaso llega, si los astronautas se ven forzados a elegir quién vive y quién muere, sabremos cómo se siente. Porque él ya lo escribió. Y duele.

Hay una belleza extraña en leer a alguien que no escribe para agradar, sino para mostrar. Leer a Morris es como mirar por la escotilla de una nave real: no todo es bonito, pero todo es fascinante.

Y si después de todo esto aún dudas, te invito a echar un vistazo a otra de sus joyas narrativas en este video exploratorio que sintetiza su obra.

Para los que quieren mirar al cielo y entender lo que ven

El futuro de la exploración del espacio profundo no será como en las películas. No habrá música épica ni planos lentos de naves brillantes. Será trabajo duro, decisiones imposibles y silencios eternos. Morris lo sabe. Y por eso escribe como escribe. Porque entiende que la verdadera épica no está en las explosiones, sino en la mirada de alguien que se atreve a avanzar un paso más, sabiendo que tal vez no haya vuelta atrás.

Como dijo Arthur C. Clarke, otro maestro del género:

“La única manera de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá, hacia lo imposible.”

“Brandon Q. Morris no predice el futuro, lo calcula.”
“La ficción se inventa. La ciencia ficción dura se deduce.”

¿Te atreves a mirar al universo sin cerrar los ojos? Porque eso es lo que te pide Morris. Que no sueñes sin pensar. Que no imagines sin aprender. Y sobre todo, que no dejes que la realidad te parezca aburrida. Porque el futuro ya está escrito, sí… pero en papel técnico, con fórmulas, con humanidad. Y eso, créeme, lo hace mucho más interesante.

¿Y tú? ¿Estás preparado para una historia donde el espacio no es fondo estrellado, sino escenario de verdades incómodas? ¿O seguirás buscando naves con gravedad artificial y alienígenas simpáticos?

Porque hay otro tipo de ciencia ficción. Una que no da respuestas fáciles. Una que huele a vacío. Y tiene la firma de BRANDON Q. MORRIS.

Las historias divertidas y entrañables ayudan a los jóvenes con su bienestar mental

 

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 20% de los niños y adolescentes a nivel mundial experimentan problemas de salud mental, como ansiedad, depresión y baja autoestima. Frente a estos desafíos, la lectura de novelas que presenten personajes entrañables y situaciones cómicas puede ser un recurso accesible y efectivo para ayudarles a gestionar sus emociones.

De hecho, un estudio reciente de la Reading Agency en el Reino Unido reveló que el 58% de los jóvenes que leen regularmente experimentan una mejora en su bienestar mental. Las historias que les permiten identificarse con personajes reales, pero llenos de humor y optimismo, son especialmente efectivas para generar un cambio positivo en su autoestima y su capacidad para manejar la tristeza o el desánimo.

Las novelas de Mercedes R. Cervantes, autora valenciana especializada en ficción juvenil y adulta, han demostrado ser una fuente de motivación y empoderamiento para miles de lectores, brindando no solo entretenimiento, sino también valiosas lecciones sobre cómo afrontar la vida con resiliencia y humor.

«La risa tiene un poder transformador y cuando se combina con situaciones de la vida real, se convierte en una forma de ver las dificultades desde otra perspectiva. Me siento afortunada de que mis libros hayan podido ofrecer algo de alivio y, sobre todo, esperanza a quienes más lo necesitan», afirma Cervantes.

A través de títulos como «Vida, amor, sueños y algo más» (2016 Ed. Sargantana) y «El impacto me cambió la vida» (2023 Nº1 Amazon), Cervantes ha logrado conectar con una audiencia que busca en la literatura más que una simple evasión: buscan historias que les ayuden a entender mejor sus propios desafíos y les ofrezcan herramientas para enfrentarlos.

Las novelas de Cervantes ofrecen a sus lectores personajes auténticos que, al igual que ellos, cometen errores, se enfrentan a la adversidad, pero siempre encuentran el valor para seguir adelante.

«Escribo con la intención de ofrecer a mis lectores una ventana de esperanza y fuerza. Mis personajes atraviesan situaciones complicadas, pero siempre encuentran una manera de salir adelante, y ese es el mensaje que quiero transmitir: todos tenemos la capacidad de superar los obstáculos que la vida nos presenta», concluye la autora.

Sobre Mercedes R. Cervantes

Mercedes R. Cervantes es autora de ficción juvenil y adulta, con títulos que han tocado a miles de lectores gracias a su combinación única de humor y drama. Sus novelas, “Vida, amor, sueños y algo más” (2016, Ed. Sargantana) que ha llegado a la 5ª edición y «El impacto me cambió la vida», que llegó a ser n.º 1 en Amazon, reflejan su pasión por contar historias que no solo hacen reír, sino que también ayudan a mejorar el bienestar emocional de sus lectores.

 

JAULA DE NEÓN: el laberinto futurista que nadie puede abandonar

¿Quién encendió la furia en la JAULA DE NEÓN. El laberinto futurista que nadie puede abandonar

JAULA DE NEÓN suena como un susurro eléctrico en mitad de la noche, como un faro retorcido que atrae no a los barcos, sino a las almas rotas. 🌃 Cuando escuché por primera vez ese nombre, sentí una punzada extraña en el estómago, como si alguien hubiese abierto una puerta prohibida en mi imaginación.

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Hace tiempo, cuando el mundo todavía parecía tener reglas claras, alguien me dijo que en las ciudades brillantes siempre acecha la sombra más densa. Y ahora lo sé: JAULA DE NEÓN no es solo una historia, es una advertencia disfrazada de thriller y ciencia ficción.

El corazón de esta jaula no late; zumba como un transformador desquiciado. Atlas, esa ciudad futurista de la que todo el mundo quiere escapar, pero que nadie logra abandonar, es el escenario donde X, nuestro protagonista expulsado y traicionado, intenta recuperar algo más valioso que su vida: su dignidad.

Pero también, ¿qué es la dignidad en un lugar donde la lealtad se alquila por horas y la traición se paga con ríos de sangre? «Atlas no es una ciudad, es un cuchillo brillante que nadie se atreve a soltar.»

Entrar en JAULA DE NEÓN es aceptar que la verdad importa menos que la supervivencia. Que los aliados más improbables pueden ser los carceleros más crueles. X, en su carrera contra el tiempo y contra sí mismo, no solo debe resolver un misterio que sacude los cimientos de la metrópolis; debe, sobre todo, despojarse de las últimas migajas de fe que le quedan.

Cuando se te arranca todo aquello en lo que creías, ¿qué queda? ¿Músculo, instinto, o simplemente rabia?

La ciudad de Atlas un personaje más en JAULA DE NEÓN

Atlas no es un simple telón de fondo. Es un personaje vivo, palpitante, que respira óxido y exhala luces parpadeantes. Cada esquina podría ser una trampa, cada mirada podría esconder un puñal. Como bien explica el propio Kian Noren en su manera de construir mundos, Atlas está más cerca de un depredador que de un hogar.

Me recuerda a aquellos viejos refranes: «Quien duerme con lobos, aprende a aullar.» Y vaya si X va a aprender.

La ambientación es puro ciberpunk, pero también, como los grandes clásicos del género, está cargada de esa tristeza hermosa que tienen las cosas condenadas. No hay utopías aquí. No hay redenciones fáciles. Solo calles mojadas, luces sucias y un futuro que es más una amenaza que una promesa.

El alma de la historia en JAULA DE NEÓN

¿Sabes qué me atrapó de JAULA DE NEÓN? No fue solo la acción trepidante, ni siquiera el misterio que se despliega como un abanico siniestro. Fue X. Fue ese tipo que, pese a estar roto en mil pedazos, aún se empeña en juntar las piezas, aunque se corte las manos en el proceso.

«La esperanza es un cuchillo que siempre corta al que lo empuña.» Esa es una frase que bien podría haber salido de los labios de X, mientras persigue verdades en una ciudad que se especializa en fabricar mentiras.

Cada decisión que toma lo acerca a su salvación, sí, pero también lo deforma. Cada paso que da es un paso más lejos del hombre que solía ser. La paradoja es deliciosa: para recuperar su vida, debe volverse alguien irreconocible.

Kian Noren el arquitecto de la jaula

Kian Noren no escribe para acariciarte el alma. Escribe para agitarla, para sacudirla como un árbol en medio de la tormenta. No habla de sí mismo en tercera persona, porque sabe que el artificio solo entorpece la conexión real entre autor y lector.

Cuando leí sus palabras directas —»Me gano la vida escribiendo novelas que hagan explotar tu cabeza»— supe que JAULA DE NEÓN no iba a ser una historia más. Y no lo es.

Noren se mueve con la misma soltura que un funambulista ciego, construyendo escenas que se sienten como latigazos, diálogos que chisporrotean y personajes que sangran verdad.

Y todo eso sin perder nunca de vista que la literatura, al final, debería ser una especie de magia. Una magia peligrosa, sí. Una que, como Atlas, te engulle antes de que puedas parpadear.

«La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.» (Proverbio tradicional)

El precio de la supervivencia en JAULA DE NEÓN

Volvamos a la pregunta esencial: ¿cuánto estás dispuesto a traicionar para seguir respirando? X tiene que enfrentarse a este dilema una y otra vez, hasta que sus respuestas dejan de parecer humanas.

El crimen y la mafia en Atlas no son aberraciones: son la norma. Aquí, el amor es una transacción, la amistad una apuesta suicida. La fuerza bruta manda, pero también, la astucia del desesperado.

En cada rincón de JAULA DE NEÓN late la amenaza silenciosa de convertirse en parte del engranaje que juraste destruir.

«En Atlas, el precio de un error no es la muerte. Es la pérdida del alma.»

¿Te atreves a entrar en la JAULA DE NEÓN?

Tal vez ahora mismo pienses que tú no caerías. Que tú conservarías tu integridad. Que tú encontrarías una salida digna.

Sí, claro.

Eso mismo pensaron todos los que ahora decoran las esquinas mugrientas de Atlas, convertidos en grafitis olvidados o en susurros apagados. X sabe que la ciudad no olvida ni perdona. Solo espera el momento adecuado para cobrarse lo que cree suyo.

Y la gran ironía es esta: cuanto más luchas contra Atlas, más te conviertes en uno de sus hijos bastardos.

¿Podrías tú resistirlo?

El rol clave de los libros de educación física y deportes en la formación integral

 

La lectura continúa siendo una herramienta central en el proceso educativo. No se trata únicamente de adquirir información, sino de desarrollar capacidades críticas y creativas que permitan enfrentar los desafíos actuales. En este contexto, cobra especial relevancia entender que mente y cuerpo deben desarrollarse de forma conjunta. Los libros, como recursos pedagógicos, cumplen un papel importante al facilitar tanto el aprendizaje intelectual como el desarrollo físico.

Los libros de educación física y deportes ofrecen contenidos fundamentales para quienes se forman en el ámbito del movimiento y la salud. No son simples manuales técnicos; son fuentes que permiten conocer disciplinas deportivas, anatomía, fisiología y estrategias para mantener una vida activa. Estos textos no sólo enriquecen el marco teórico, sino que también motivan la práctica y la aplicación de lo aprendido. Su versión digital ha ganado espacio por su accesibilidad, permitiendo consultar información desde cualquier lugar.

El avance tecnológico ha influido en la manera de aprender. Aplicaciones, plataformas y videos en línea complementan los contenidos tradicionales, haciendo del aprendizaje una experiencia más dinámica. Además, herramientas como relojes inteligentes o dispositivos de seguimiento físico permiten aplicar lo aprendido, monitorear el rendimiento y establecer objetivos, reforzando el compromiso con un estilo de vida activo. La combinación de textos y tecnología amplía las posibilidades para estudiantes, entrenadores y entusiastas del deporte.

Este tipo de materiales también tiene un impacto en la salud emocional. Actividades físicas constantes se relacionan con mejoras en el estado de ánimo, autoestima y estabilidad general. “Leer sobre atletas, entrenamientos y disciplinas puede convertirse en una fuente de motivación”, explican en Pila Teleña. Esta conexión entre teoría y práctica fomenta valores como la disciplina, el trabajo colaborativo y la resiliencia, herramientas útiles más allá del entorno deportivo.

Por otra parte, la variedad de títulos disponibles facilita que cada lector encuentre temas que se ajusten a sus objetivos. Desde guías sobre alimentación hasta entrenamientos específicos, los contenidos pueden personalizarse según intereses y necesidades. Esta oferta también invita a personas adultas a seguir aprendiendo, promoviendo una actitud activa y constante hacia el bienestar. La lectura se convierte, así, en un nexo entre el conocimiento y la acción.

Leer, aprender y aplicar se traduce en una vida más equilibrada. El desarrollo conjunto del cuerpo y la mente no solo mejora la salud, sino que también fortalece la formación integral. Promover este tipo de contenidos es apostar por generaciones que valoren el aprendizaje, el esfuerzo y el cuidado personal.

 

DIBUJANTES DE COMICS: Los mejores

Mejores dibujantes de cómics. Empezamos una lista para rendir homenaje a los mejores dibujantes de comics y/o ilustradores de la historia.

Los mejores ilustradores y dibujantes de cómics

Cabe recalcar que la selección de estos ilustradores y/o argumentistas de cómics es completamente subjetiva.

CÓMICS CALIENTES EN NOSOLOSEX

Los primeros noventa tuvieron una explosión en la popularidad del gótico. Este también es el caso en los cómics calientes, y especialmente en los cómics eróticos, al mismo tiempo y desde entonces.

En el cómic Erika nos encontramos con una protagonista que fue serializada en Eros Comix y más tarde también sería publicada por la editorial Dolmen, que reunió seis capítulos de la Colección Eros especializada en cómics eróticos. Erika, una atractiva adolescente gótica, se proclama a sí misma como la «novia de las tinieblas».

Olivier Coipel

Si tuviésemos que resaltar una de sus obras, sería Thor, si bien no ha dibujado todas y cada una de las etapas de este conocido superhéroe de Marvel.

Alan Moore

Ha llegado a ser clasificado como el «Mejor Escritor de Historietas de la Historia».

Stan Lee

Es el cocreador, al lado de dibujantes como Steve Ditko o bien Jack Kirby, de superhéroes de la talla de Los cuatro Fantásticos, Spider-Man, Hulk, Iron Man, Thor, Los Vengadores, Daredevil, Doctor Strange, X-Men y otros muchos personajes. Aún el día de hoy, los cómics Marvel se distinguen por llevar el «Stan Lee presenta» en los rótulos de presentación.

Frank Miller

Es uno de los autores más influyentes del cómic mundial de los años ochenta, conocido sobretodo por haber redefinido y también insuflado nueva vida a lo largo de los años ochenta a Daredevil y Batman, 2 personajes «urbanos» simbólicos de Marvel y DC, en los que ha trabajado reiteradamente durante años. A lo largo de los noventa se ha dedicado primordialmente a obras de creación propia entre aquéllas que resaltan la serie de género negro Sin City y el cómic épico de ambientación histórica trescientos.

Jack Kirby

Y si bien para muchos tal vez no se merezca este puesto, la verdad es que sus 4 Fantásticos son los mejores. 

En el canal Joe’s Channel nos dan una opinión personal sobre cuáles son los mejores artistas o dibujantes de comics.

¿Dónde se esconde el Árbol perdido del PARAÍSO?

¿Dónde se esconde el Árbol perdido del PARAÍSO? El mapa, el asesino y el secreto mejor guardado del Edén

El Árbol perdido del Paraíso no es solo una metáfora, ni una de esas fábulas moralistas que se lanzan al viento como panfletos de feria. Es un mapa, un viaje, una confesión y, sobre todo, una herida abierta en la historia. 🌿

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Hace tiempo me topé con un libro que parecía hablar de aventuras, pero que terminó por hablar de redención, obsesión, deseo, y esa mezcla tan humana de culpa y esperanza. Se llama El camino olvidado: 1493, y no es un título gratuito: este libro no recuerda el camino, lo abre como si fuera carne viva.

La palabra clave aquí es PARAÍSO, sí, en mayúsculas. Porque todo lo que ocurre gira en torno a su pérdida… y a su búsqueda imposible.

El mapa que sangraba en los dedos

Uno puede empezar en la Corte de Nápoles y terminar hundido en los manglares del Caribe, pero no se trata solo de cartografía. Lo que Goretti Irisarri y Jose Gil Romero han tejido con precisión quirúrgica es una de esas novelas que haría palidecer a Rider Haggard, pero también haría temblar a Joseph Conrad si se topase con el personaje de Fernando Corregidor.

Fernando, hombre de manos sucias y pasados turbios, es todo menos un héroe. Pero es real. Tan real que, a ratos, uno no sabe si acompañarlo o delatarlo. Es como ese tipo que se sienta a tu lado en la taberna y empieza a contar su historia con voz baja, hasta que te das cuenta de que estás dejando enfriar la sopa mientras él te arrastra con palabras a otro siglo.

Y no viaja solo. En su estela van fantasmas: la rebelde Daida, la astrónoma Hessa, el inquisidor Torquemada —ese nombre que huele a hoguera— y un antagonista que podría ser un reflejo oscuro de su propia alma: Conrado Racú, buscador del Árbol del Conocimiento, enemigo con ojos de espejo.

“Todo mapa es una promesa de traición”, me repetía mientras leía. Porque en esta novela, los mapas no indican caminos. Insinúan destinos.

“El Paraíso está donde empieza el miedo”

Podrías pensar que se trata de otra novela histórica bien documentada, de esas que pulen los detalles con esmero y se olvidan del alma. Pero no. Aquí la documentación se disuelve como sal en la sangre. Sientes el vaivén del barco, hueles el sudor de los marineros, escuchas los gritos de los caniba. Y aún así, lo más aterrador no está fuera, sino dentro.

Cuando Fernando se embarca en el segundo viaje de Colón, uno cree estar en una crónica de navegación. Pero los monstruos que habitan los mapas antiguos —las serpientes marinas, los abismos que devoran barcos— son metáforas pálidas frente a los que se enredan en el alma.

Y entonces llega la pregunta inevitable: ¿qué es el Paraíso? ¿Un lugar con árboles mágicos? ¿Un Edén perdido entre las coordenadas y las leyendas? ¿O es simplemente la inocencia que perdimos cuando decidimos sobrevivir a toda costa?

Porque no es casual que haya querubines con espadas encendidas custodiando la entrada. No quieren evitar que entremos. Quieren impedir que recordemos.

El asesino que buscaba el perdón

Uno de los grandes logros de esta novela —y no lo digo a la ligera— es que Fernando Corregidor no busca un tesoro, busca su alma. Quiere encontrar el Árbol del Paraíso no para comérselo, sino para saber si aún puede tocarlo sin que se marchite. Y en esa búsqueda, lo que encuentra es una pregunta.

Me recordó a esos versos de Juan de la Cruz, cuando habla del “amado en el amado transformado”. Porque Fernando, en el fondo, es un místico sin sotana. Un asesino que se cansó de correr y ahora quiere saber si, detrás del horror, queda algo de belleza.

Y no es el único. Racú, su némesis, es tan fascinante que uno acaba deseando que gane. Porque cuando dos hombres buscan lo mismo desde extremos opuestos, la batalla no es por el objeto, sino por el significado.

“A veces, el pecado es lo único que nos mantiene humanos”, pensé al cerrar una de las páginas más intensas.

Ecos de salmos, pólvora y estrellas

Si has leído Las minas del rey Salomón, El corazón de las tinieblas o incluso La isla del tesoro, entenderás el eco. Pero El camino olvidado no imita: resucita. Y lo hace con la potencia de una escritura ágil, casi cinematográfica, y con un equilibrio envidiable entre la épica y la introspección.

Los autores saben cuándo pisar el acelerador —una emboscada, una tormenta, una lucha a cuchillo— y cuándo detenerse a contemplar el cielo estrellado desde la cubierta de un barco. Hay ritmo, sí, pero también hay alma.

Y hay verdad. De esa que no se puede copiar ni inventar: se siente. Como cuando una lectora decía que leía “con la respiración contenida y la mandíbula apretada”. Eso no se finge. Eso se logra escribiendo con sangre.

“Lo que uno busca puede estar más cerca de lo que uno cree”

La frase no es mía, sino de un lector entusiasta. Pero podría estar tatuada en el brazo de Fernando. Porque al final, este Camino olvidado no es solo un viaje al pasado. Es una reflexión sobre la memoria, la culpa, la redención y, sobre todo, la búsqueda desesperada de algo que justifique nuestra existencia.

Y eso, amigo lector, no caduca nunca. Ni aunque cambien los mapas.


“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

“Cuando quieras encontrar el paraíso, primero aprende a perderte.” (Aforismo antiguo)


Fernando no busca oro ni gloria. Busca el perdón en una tierra sin dioses.

El Paraíso no se encuentra en un mapa. Se descubre al mirarse al espejo.


¿Y tú? Si tuvieras el mapa en las manos, ¿te atreverías a seguir el camino? ¿O temerías convertirte en lo que Fernando ya fue? Porque quizás, solo quizás, el Paraíso no se perdió… sino que nos olvidó.

Explorar los libros del Studio Ghibli revela detalles únicos de sus producciones

 

Desde su fundación en 1985 por Hayao Miyazaki e Isao Takahata, Studio Ghibli se ha consolidado como una de las productoras de animación más influyentes de Japón. Su impacto trasciende el cine y se extiende a otros formatos, como publicaciones impresas que documentan el proceso creativo detrás de sus obras. Estos materiales ofrecen una vía adicional para acercarse a los contenidos desarrollados por el estudio, especialmente valorada por coleccionistas y seguidores de sus películas.

Los libros del Studio Ghibli permiten un recorrido detallado por los aspectos técnicos y narrativos que dieron forma a títulos como “Mi vecino Totoro”, “La princesa Mononoke” o “El viaje de Chihiro”. En estas publicaciones se presentan bocetos originales, storyboards, entrevistas con directores y diseñadores, así como análisis de escenas clave. Cada uno está repleto de ilustraciones, bocetos originales y storyboards que muestran cómo se desarrollaron estas historias desde la idea inicial hasta su forma final. Además, muchos incluyen entrevistas con los creadores y anécdotas que revelan secretos fascinantes sobre la producción de sus films.

Uno de los aspectos más buscados por los lectores es el acceso a contenido inédito. Algunos de estos libros incluyen materiales que no fueron incorporados en los productos finales: ideas descartadas, conceptos visuales alternativos y diseños que no llegaron a ser animados. Este tipo de documentación es valorado por quienes analizan la evolución de una obra desde su fase conceptual hasta su versión definitiva, así como por estudiantes y profesionales del sector audiovisual.

La elección de un volumen en particular depende de los intereses del lector. Quienes priorizan el desarrollo de personajes encontrarán libros enfocados en sus historias, rasgos y evolución a lo largo del relato. En cambio, otros se centran en la parte técnica, con énfasis en técnicas de animación, composición de escenas y guión gráfico. “También existen ediciones que combinan ambos enfoques y permiten una comprensión más completa de la producción cinematográfica del estudio”, explican en Tanuki Comics.

A nivel editorial, estas obras se destacan por la calidad de sus contenidos visuales y la claridad en la exposición de conceptos. Cada publicación está estructurada para facilitar el acceso a la información y permitir una lectura fluida, incluso para quienes no tienen experiencia previa en el ámbito de la animación. Algunos títulos están disponibles en varios idiomas, lo que amplía su alcance internacional y facilita su uso en contextos educativos o de investigación.

El interés por estos materiales se ha mantenido en crecimiento, en parte gracias a la vigencia de las películas y a la expansión de su distribución por plataformas digitales. A esto se suma la fidelidad de su audiencia, que busca profundizar su conocimiento sobre los valores, decisiones estéticas y narrativas presentes en las producciones. Temas como el respeto por la naturaleza, la convivencia o el esfuerzo individual son recurrentes en las películas, y también son abordados en los libros desde la mirada de sus creadores.

Además de su valor como fuente de información, estos libros tienen un lugar destacado en muchas bibliotecas personales. Los coleccionistas valoran ediciones especiales, tiradas limitadas o publicaciones con encuadernaciones particulares. Este interés ha dado lugar a una red de distribución específica, tanto en tiendas especializadas como a través de ferias y eventos dedicados al cómic o al cine de animación.

Más allá del consumo individual, estas publicaciones también fomentan espacios de intercambio. Es común que se utilicen en encuentros de fans, clubes de lectura o talleres vinculados al cine de animación. En estos contextos, los libros funcionan como herramientas para el análisis colectivo, el aprendizaje técnico o la difusión de la historia del estudio.

A través de estos libros, se mantiene vigente el interés por el trabajo detrás de cada película. Lejos de ser únicamente productos para fanáticos, constituyen un aporte documental sobre el proceso artístico y técnico en una de las productoras más reconocidas del cine japonés contemporáneo.

 

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